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La Hacienda de Súchil, también conocida históricamente como “San Amador del Mortero”, es un fascinante testimonio del auge hacendario de la región sureste del estado de Durango. Fue parte de los vastos dominios del influyente Conde del Valle de Súchil, José Ignacio del Campo Soberón y Larrea, un miembro destacado de la aristocracia novohispana en el siglo XVIII.

Ubicada en un entorno rural entre el valle del Guadiana y las primeras estribaciones de la Sierra Madre Occidental, esta hacienda representa un interesante vínculo entre poder, agricultura y arquitectura barroca en el norte de México.

Historia y origen de la hacienda

La propiedad fue adquirida en 1771 por José Ignacio del Campo Soberón y Larrea, quien, tras haberse convertido en Conde del Valle de Súchil hacia 1774, mandó construir la imponente casona y la capilla bajo el diseño del reconocido alarife Pedro de Huertas.

Larrea heredó extensas tierras de su suegro y las transformó en un vasto feudo agrícola y ganadero que abarcaba numerosos valles y haciendas, entre ellas la de Súchil. Durante el siglo XIX, la propiedad sufrió reformas y ampliaciones, convirtiéndose en residencia principal del segundo Conde, José María del Campo, quien falleció trágicamente en 1823 tras un ataque de oso durante una cacería.

Décadas después, tras la Revolución y el reparto agrario, muchas tierras fueron fragmentadas, aunque el casco arquitectónico de la hacienda se mantuvo parcialmente intacto y pasó por diversas manos hasta ser adquirida por diferentes propietarios privados.

Localización y acceso

La hacienda se localiza cerca del pueblo cabecera de Súchil, a unos 100 km al sureste de Durango capital, siguiendo la carretera Durango–México, con un tramo de terracería hacia el casco hacendario. Súchil es un municipio montañoso con tierras agrícolas, influencia minera, plantaciones de nogales y presencia del río Súchil, que nutre a la región . Arribar desde Durango toma aproximadamente 1 ½ hora en auto, y desde Súchil la hacienda es accesible mediante caminos locales; para mayor comodidad, se recomienda coordinar con guías o autoridades ejidales locales.

Atractivos turísticos de los alrededores

El entorno de la hacienda permite una experiencia más allá de su arquitectura:

El pueblo de Súchil ofrece una plaza sencilla con el templo de la Inmaculada Concepción frente al río, reflejando tradiciones agrícolas y mineras

En la región se cultivan nogales y se elabora una rica gama de dulces de nuez (garapiñada, molida), así como productos de aceite de nuez para champús y cremas artesanales.

A pocos kilómetros se encuentra Vicente Guerrero, con su feria en honor a San Antonio de Padua cada junio, y paisajes de ríos y presas ideales para el turismo rural.

La zona forma parte de una región natural con bosques de pino y encino, arroyos, y fauna silvestre local, lo que permite la exploración del ecoturismo aledaño .

Más allá de lo rural, la ciudad de Durango capital está conectada al patrimonio hacendario mediante su emblemático centro histórico —declaro Patrimonio de la Humanidad—, incluyendo el Palacio del Conde del Valle de Súchil, ahora sede de una casa de cultura.

Gastronomía local y sabores del campo

La región de Súchil ofrece cocina representativa del norte de Durango, con productos de la zona:

Platos camperos como el cabrito al horno, el asado de boda, y el tradicional chilate, bebida a base de cacao y maíz .

En fiestas populares y en tianguis locales se pueden degustar gorditas, tamales, empanadas dulces y asados rurales.

Los productos derivados de la nuez —garapiñada, molida y en cremas o aceites— son distintivos de Súchil.

El mézcal regional comienza a tener presencia en mercados cercanos, complementando la experiencia gastronómica rural.

Consejos para visitar la hacienda

Solicita permiso: Aunque parte de sus instalaciones pueden verse desde el exterior, el acceso al interior suele necesitar autorización del ejido local o del propietario. Coordina con caminatas guiadas o autoridades municipales.

Contrata guía local: Su conocimiento aporta contexto histórico, acceso seguro al lugar y enriquecimiento de la visita.

Vestimenta adecuada: Lleva calzado cómodo, ropa según clima (templado de día, fresco en la noche), sombrero y protector solar.

Material de asistencia: Lleva agua potable, snacks, cámara fotográfica, y si planeas acampar, equipo básico de camping.

Respeto por la comunidad: El lugar es habitado y útil; pide permiso para tomar fotos y evita acceder a áreas privadas.

Mejor época: Primavera y otoño presentan clima agradable; verano puede ser caluroso y el invierno frío.

Combine rutas: Aprovecha la visita para pasar por Vicente Guerrero, viñedos, presas y otros ranchos o vestigios cercanos.

La Hacienda de Súchil representa un legado singular dentro de las haciendas coloniales duranguenses: reflejo del poder del Conde del Valle, del esplendor arquitectónico barroco-novohispano y del devenir agrario de una región que aún conserva vida, tradición y patrimonio. Sus muros, la capilla, las fuentes y la nostalgia del lugar evocan épocas de linaje y trabajo. Hoy, redescubierta a través del turismo rural y comunitario, permite a los visitantes sentirse parte del paisaje y la cultura local. Es una invitación a recorrer la memoria del norte profundo de México, en un territorio donde cada camino, muro y río cuentan una historia viva.

Hacienda de Súchil

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