Entre los valles fértiles y los cielos despejados del sureste chiapaneco, se encuentra la Hacienda…

En el municipio de Abalá, a tan solo 36 kilómetros al sur de Mérida, se encuentra uno de los lugares más emblemáticos para explorar la historia y cultura de Yucatán: la Hacienda San Pedro Ochil.
Esta antigua propiedad henequenera no solo es un testimonio de la época del “oro verde”, sino también un espacio vivo en el que convergen arquitectura colonial, tradiciones mayas, arte contemporáneo y gastronomía local. Su restauración cuidadosa y su apertura al turismo cultural la convierten en una parada imperdible para quienes desean adentrarse en el alma del sureste mexicano.
Un pasado de esplendor y transformación
La Hacienda San Pedro Ochil tiene sus orígenes en el siglo XVII como una estancia ganadera. Fue en el siglo XIX, con el auge de la industria del henequén, que la hacienda alcanzó su apogeo. Esta planta, conocida como “el oro verde”, convirtió a Yucatán en una de las regiones más prósperas del país. Las fibras del henequén eran exportadas a Europa y Estados Unidos, y su cultivo trajo consigo una transformación radical en la economía regional.
En ese contexto, San Pedro Ochil fue adquirida por la familia Ponce hacia 1880. Durante su administración, la hacienda prosperó enormemente, al grado de que Mérida, la capital del estado, fue una de las primeras ciudades de América Latina en contar con alumbrado eléctrico. Sin embargo, con la reforma agraria de 1937, muchas de estas propiedades fueron expropiadas, cayendo en el abandono y el deterioro durante varias décadas.
Fue hasta 1997 cuando un grupo empresarial adquirió la hacienda en ruinas y emprendió su restauración. El proyecto se desarrolló con un profundo respeto por la arquitectura original, utilizando técnicas tradicionales de recubrimiento como el kancab, una mezcla de tierra roja con resina del árbol de pixoy. Gracias a este esfuerzo, San Pedro Ochil revivió no solo como un recinto histórico, sino como un centro cultural vibrante.
Arquitectura y espacios para descubrir
Uno de los mayores encantos de San Pedro Ochil es su arquitectura. Su casa principal muestra una mezcla de estilos neoclásico y morisco, destacando por sus altos arcos, techos de madera y muros de cal que remiten a las épocas de esplendor. Esta construcción ha sido restaurada para funcionar como sede de eventos sociales, bodas y celebraciones, con capacidad para hasta 350 personas.
El Jardín Principal, amplio y rodeado de vegetación tropical, permite recibir hasta 800 invitados, y ofrece vistas espectaculares de la fachada de la casa. Otro espacio notable es el anfiteatro Árbol de Luz, una obra diseñada por el renombrado artista James Turrell. Este anfiteatro se encuentra en medio de un antiguo cenote seco, y ofrece una experiencia sensorial única al jugar con la luz, el espacio y el silencio.
Patrimonio cultural y tradición viva
Además de su arquitectura, la hacienda alberga el Museo de las Haciendas Henequeneras, que documenta el proceso de extracción del henequén con maquinaria original. Este museo brinda una visión integral del sistema de producción, transporte y exportación que definió la historia de Yucatán durante más de un siglo.
Complementando la experiencia cultural, San Pedro Ochil cuenta con talleres artesanales donde se elaboran productos tradicionales. Aquí, artesanos locales tejen hamacas, trabajan la filigrana y bordan hipiles. Muchos de estos oficios han sido heredados por generaciones y forman parte fundamental del patrimonio intangible de la región. Además, los visitantes pueden adquirir directamente estas piezas únicas, promoviendo así el comercio justo y el reconocimiento de la identidad local.
Una cocina con raíces profundas
La gastronomía yucateca es otro de los grandes atractivos de San Pedro Ochil. El restaurante de la hacienda ofrece una carta basada en recetas tradicionales, elaboradas con ingredientes frescos de la región. Platillos como la cochinita pibil, el relleno negro, los panuchos, los papadzules y el venado en escabeche permiten descubrir los sabores auténticos de la cocina mestiza yucateca.
Los alimentos se preparan con técnicas ancestrales como la cocción en horno de tierra, y el ambiente del restaurante, rodeado de naturaleza y arquitectura colonial, complementa una experiencia sensorial que va más allá del paladar.
Arte contemporáneo en diálogo con la historia
Uno de los aspectos más innovadores de San Pedro Ochil es su compromiso con el arte contemporáneo. El Jardín Ochil es un espacio dedicado a exhibiciones temporales e instalaciones artísticas que dialogan con el paisaje natural y la historia del lugar. Aquí se han presentado obras de artistas como Marilá Dardot, Héctor Zamora y otros creadores interesados en temas como la memoria, el territorio y la identidad.
El contraste entre las estructuras coloniales y las obras modernas genera una experiencia estética única que invita a la reflexión y al asombro.
Experiencias inmersivas y contacto con la naturaleza
San Pedro Ochil ofrece también actividades que permiten a los visitantes explorar la hacienda de forma dinámica. Los tradicionales “trucks”, carritos de madera jalados por mulas que recorrían los campos de henequén, han sido adaptados para ofrecer paseos por las antiguas vías de riel. También es posible bañarse en el estanque o visitar el cenote que se esconde entre los jardines.
Talleres participativos, caminatas guiadas, espectáculos de danza regional y noches de música tradicional complementan la oferta cultural de la hacienda, ideal tanto para turistas como para locales interesados en reconectar con sus raíces.
Un legado vivo
Visitar la Hacienda San Pedro Ochil es sumergirse en la historia viva de Yucatán. Es un espacio que honra el pasado sin dejar de mirar al futuro, uniendo lo ancestral y lo contemporáneo en un entorno natural y acogedor. Ya sea para una escapada cultural, una experiencia gastronómica, un evento especial o simplemente para disfrutar del paisaje, esta hacienda representa una joya del patrimonio yucateco que sigue latiendo con fuerza en el siglo XXI.
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