Escondida entre los cerros verdes del sur mexiquense, la Hacienda Temascaltepec es uno de esos…

La Hacienda La Luz, también conocida como Hacienda Cacaotera de Wolter, es una de las más representativas y antiguas de Tabasco. Se localiza en el municipio de Comalcalco, al noroeste del estado, en una región fértil y exuberante donde el cacao se cultiva desde tiempos prehispánicos. Esta hacienda se encuentra a tan solo cinco kilómetros del centro de Comalcalco y a poco menos de una hora de la ciudad de Villahermosa, lo que facilita su acceso para visitantes nacionales e internacionales.
Para llegar desde Villahermosa, se debe tomar la carretera federal 187 hacia Comalcalco, seguir los señalamientos hacia el poblado Cupilco y, desde ahí, tomar el camino que conduce directamente a la entrada de la hacienda, perfectamente señalizada y rodeada de plantaciones verdes y caminos sombreados por árboles de cacao, plátano y cedro.
Un legado vivo desde el siglo XIX
La historia de la Hacienda La Luz se remonta a la segunda mitad del siglo XIX, cuando fue fundada por inmigrantes europeos que vieron en estas tierras una oportunidad para desarrollar el cultivo del cacao a gran escala. Posteriormente, la familia Wolter adquirió la propiedad y convirtió la finca en uno de los centros de producción cacaotera más importantes del país. Desde entonces, el nombre Wolter ha estado asociado a la excelencia en el chocolate tabasqueño. La hacienda conserva gran parte de su estructura original: la casa principal de arquitectura colonial tropical, los corredores amplios, las instalaciones agrícolas tradicionales y los antiguos patios de secado donde todavía se fermenta y se seca el cacao de manera artesanal.
Recorrido por la cultura del cacao
Visitar la Hacienda La Luz es adentrarse en un mundo de historia, tradición y sabor. El recorrido guiado comienza con una caminata por los cacaotales, donde se explica el ciclo del cacao, desde la floración del árbol hasta la cosecha del fruto maduro. Los guías, expertos en la historia local y en el cultivo, narran el origen mesoamericano del cacao, su papel en las culturas prehispánicas y su evolución hasta convertirse en uno de los productos más codiciados a nivel mundial. Se visitan las áreas de fermentación y secado, donde el aroma penetrante del cacao inunda el ambiente, y luego se continúa hacia la pequeña fábrica de chocolate donde se realiza el proceso de transformación de la semilla en tabletas, bombones, licores y otras delicias.
Degustación y productos artesanales
Uno de los momentos más esperados por los visitantes es la degustación de chocolate. Aquí, el visitante puede probar el cacao en sus diferentes formas: la semilla fresca, el grano tostado, la pasta de cacao pura, bebidas tradicionales como el chorote y por supuesto el chocolate terminado en distintas presentaciones. La tienda de la hacienda ofrece una gran variedad de productos elaborados con ingredientes naturales y técnicas artesanales: chocolates oscuros con alto contenido de cacao, bombones rellenos, cremas, jabones, cosméticos naturales y licores a base de cacao, café o vainilla. Todo ello producido dentro de la misma finca o en colaboración con comunidades locales.
Compromiso con la tradición y la calidad
La Hacienda La Luz ha mantenido un firme compromiso con la calidad y la preservación de las técnicas tradicionales de cultivo. A diferencia de otras explotaciones agrícolas que han industrializado sus procesos, aquí se mantiene una producción cuidadosa, donde cada etapa es supervisada artesanalmente para garantizar la pureza del cacao y la autenticidad del chocolate final. La familia Wolter, que aún dirige el proyecto, ha invertido en mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, en conservar el entorno natural y en transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones. Además, se promueve la conservación del cacao criollo, una variedad nativa de alto valor genético y sensorial.
Educación y cultura del chocolate
La hacienda también funciona como centro de divulgación cultural. Con frecuencia se organizan talleres, catas guiadas, exposiciones temporales y actividades escolares enfocadas en la historia del cacao y la importancia del campo tabasqueño. Las visitas escolares y académicas son comunes, pues el sitio está diseñado para recibir grupos interesados en la educación ambiental, el conocimiento agroindustrial y la historia regional. La hacienda forma parte de la Ruta del Cacao, un proyecto turístico y cultural que busca poner en valor las raíces cacaoteras de Tabasco y su conexión con la tradición maya-chontal.
Un entorno natural que invita a quedarse
El entorno de la Hacienda La Luz es un remanso de tranquilidad. Rodeada por árboles frutales, canales de agua y zonas verdes, la finca ofrece un ambiente propicio para el descanso, la contemplación y el disfrute de la naturaleza. Aunque no cuenta con servicio de hospedaje, es posible permanecer durante varias horas recorriendo sus jardines, disfrutando de la gastronomía local y participando en actividades recreativas y culturales. La cercanía con otros puntos de interés como la zona arqueológica de Comalcalco y el santuario de Cupilco permite complementar la experiencia con una jornada completa de descubrimiento.
Una visita que despierta los sentidos y la memoria
La Hacienda La Luz no es solo un lugar para comprar chocolate, sino una experiencia sensorial y cultural profunda. Aquí, cada árbol de cacao cuenta una historia, cada tableta guarda el aroma de la tierra húmeda y cada rincón conserva el eco de generaciones que han trabajado el campo con dedicación. La visita no solo educa, sino que emociona, porque revela la riqueza de un producto que va mucho más allá de su sabor. El cacao, en este contexto, se convierte en un símbolo de identidad, de arraigo y de creatividad, que se renueva día a día en manos de quienes lo cultivan y lo transforman.
Conocer la Hacienda La Luz es entender por qué Tabasco es considerado la cuna del cacao en México. Es dejarse envolver por una cultura milenaria que aún late entre las hojas verdes del cacaotal y por la calidez de una tradición que, a pesar del tiempo, sigue iluminando los sentidos.


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