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La Hacienda de San Antonio del Coyote, ubicada en el ejido El Fénix del municipio de Matamoros, Coahuila, fue una de las propiedades más importantes de la Comarca Lagunera. Fundada a mediados del siglo XVIII, esta hacienda ganadera y agrícola abarcó más de 2,500 hectáreas y funcionó como un punto estratégico de producción.

Su nombre original refleja la fauna local y las tradiciones indígenas, y hoy en día sus vestigios ofrecen una ventana al pasado rural y urbano de la región.

Su legado es también parte fundamental de la historia de Torreón, ya que desde este sitio se proyectaron los primeros trazos de lo que más tarde se convertiría en una ciudad moderna.

Orígenes y contexto

La hacienda fue establecida probablemente en 1749, en un territorio que conectaba con el antiguo Camino Real y que más tarde se desarrollaría como núcleo de La Laguna. Fue propiedad de Andrés Eppen, un empresario visionario de origen alemán que adquirió parte de esos terrenos como representante de la empresa Rapp Sommer. Bajo su dirección, el predio se convirtió en epicentro de planeación urbana y logística que precedió la fundación de Torreón. Desde este punto estratégico, Eppen inició un proceso de urbanización que combinaría la agricultura, el comercio y la proyección ferroviaria.

Época porfirista y planeación de Torreón

Durante la segunda mitad del siglo XIX y los primeros años del XX, Andrés Eppen residió en el casco de la hacienda del Coyote. Fue allí donde imaginó y diseñó el trazo urbano de lo que sería Torreón, incluyendo los espacios destinados para la Plaza de Armas, la Iglesia del Perpetuo Socorro, el Mercado Juárez y las primeras avenidas. Desde este sitio, planeó una ciudad que partía de un páramo con mezquites, canalizaciones y una incipiente estación del ferrocarril. La visión de Eppen no solo fue urbanística, sino también económica, pues previó un centro comercial agrícola conectado al norte del país.

Arquitectura y estructura original

El antiguo casco de la hacienda permaneció en pie durante décadas. Se trataba de una construcción sólida de adobe y ladrillo, con detalles en cantera, techos altos y patios interiores. La iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe —que funcionó originalmente como capilla de la hacienda— fue edificada en 1896, y aún conserva vitrales de época, vigas originales de madera, piso de mosaico antiguo y elementos neoclásicos en su torre baja. El poblado circundante fue conocido como “El Campanario” por la prominencia de esa construcción religiosa, que sirvió como centro espiritual, social y comunitario de los habitantes de la región durante más de un siglo.

Transformaciones tras la reforma agraria

Con la reforma agraria impulsada por el presidente Lázaro Cárdenas en 1936, la hacienda fue expropiada y dividida en distintas propiedades colectivas. Las tierras pasaron a formar los ejidos El Coyote, El Fénix, Los Ángeles y Buen Abrigo. La producción agrícola, especialmente de algodón, fue relevante durante varias décadas, pero con el paso del tiempo se redujo debido a la falta de apoyos técnicos, crisis hídricas, endeudamiento rural y la fragmentación de los terrenos. Muchos pequeños productores fueron desplazados y las tierras terminaron en manos privadas o abandonadas, afectando la vida comunitaria que había surgido en torno a la hacienda.

Estado actual y conservación

Hoy, en el ejido El Fénix aún se conservan restos de la antigua hacienda, aunque en estado de abandono. La casa original apenas conserva un piso y algunas vigas; las paredes muestran signos de deterioro por humedad y falta de mantenimiento. La torre central es todavía visible, construida con adobe en la base y ladrillo en la parte superior, con una escalera de caracol que lleva a lo que fue un mirador. El mausoleo dedicado a Andrés Eppen, construido entre 1909 y 1910, se encuentra en malas condiciones: criptas abiertas, vidrios rotos, vegetación invasiva y suciedad acumulada. Su estado actual exige atención institucional urgente y el reconocimiento formal como patrimonio cultural de la región.

Historia y anécdotas

Andrés Eppen Ascherbornn fue una figura clave en el desarrollo de La Laguna. Nacido en 1840, dedicó su vida a transformar tierras áridas en espacios agrícolas y urbanos. Murió en Torreón en 1909, convencido del potencial de la ciudad que había trazado desde sus planos iniciales. Su legado no solo está en las tierras que poseyó, sino en la configuración misma de Torreón, que creció sobre la base de sus ideas. Aunque las tumbas del mausoleo han sido profanadas y el deterioro es evidente, la estructura aún conserva su cúpula, sus columnas y su inscripción con letras de bronce, testimonios silenciosos de su importancia.

El lugar hoy: entorno y comunidad

El ejido actual concentra alrededor de 20,000 habitantes distribuidos en las comunidades surgidas a partir de la antigua hacienda. Aunque ya no se dedica mayormente al campo, el patrimonio arquitectónico sigue presente y es fuente de identidad local. En los alrededores pueden observarse casas de adobe, hornos de cal antiguos y acequias obstruidas que hablan del pasado productivo del lugar. Las carencias de infraestructura como pavimentos, drenaje, alumbrado y servicios de salud se suman a desafíos sociales como la migración, el desempleo y el abandono juvenil. Aun así, la comunidad conserva el orgullo por su historia y busca recuperar espacios para la cultura y el encuentro ciudadano.

Importancia cultural

La Hacienda de San Antonio del Coyote representa el origen espacial y urbano de Torreón, concebido desde sus tierras. Fue centro productivo, núcleo estratégico y punto de partida para el crecimiento de la región. Su historia permite comprender el paso del sistema colonial al liberalismo decimonónico, y más tarde al colectivismo agrario. Representa también un símbolo de transformación: del sistema hacendario al ejido, del campo al trazado urbano, un puente entre la tradición rural y el progreso moderno de la Comarca Lagunera. Su reconocimiento no solo implica restaurar edificaciones, sino también rescatar la memoria colectiva que resiste en quienes habitan el lugar.

Recomendaciones para visitantes

Cómo llegar: se accede desde Torreón hacia el ejido El Fénix, municipio de Matamoros, por caminos pavimentados y tramos de terracería. Se recomienda llevar calzado cómodo, protección solar, agua suficiente y, de ser posible, contactar previamente a pobladores locales para facilitar el acceso o la orientación. No hay horarios fijos ni infraestructura turística formal; es importante acudir con respeto, evitar dejar basura y no intervenir en estructuras deterioradas.

La Hacienda San Antonio del Coyote es un vestigio fascinante del origen de Torreón y de la estructura rural que precedió a la ciudad moderna. Aunque hoy se encuentra en condiciones precarias, su valor histórico, cultural y simbólico es innegable. La memoria de Andrés Eppen y la visión que proyectó desde este emplazamiento deben valorarse y protegerse. Con una restauración sostenida y una adecuada difusión comunitaria, este enclave podría convertirse en un sitio de interés cultural, educativo y turístico, para quienes deseen descubrir las raíces de La Laguna y la génesis de su ciudad emblema.

Hacienda de El Coyote

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