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La Ex Hacienda del León se ubica en la periferia sur de la ciudad de Zacatecas, entre lomas áridas y calles empedradas, como uno de los recintos más antiguos y representativos de la actividad minera colonial en la región. Construida durante el siglo XVII, fue originalmente una hacienda de beneficio, es decir, una propiedad dedicada al tratamiento del mineral extraído de las minas cercanas, especialmente plata y plomo.
A diferencia de las típicas haciendas ganaderas o agrícolas del Bajío, Del León destaca por su arquitectura industrial adaptada a la topografía quebrada del valle. Sus gruesos muros de piedra volcánica, los altos muros de los patios, los canales de desagüe y las ruinas de las tinas de fundición hablan de un pasado ligado directamente al auge económico que hizo de Zacatecas una de las ciudades más prósperas de la Nueva España.
El entorno urbano y rural que la rodea
Aunque hoy forma parte del perímetro urbano de la capital zacatecana, la Ex Hacienda del León mantiene un aire rural que la distingue del bullicio del centro. Se localiza en la comunidad del mismo nombre, muy cerca de colonias como El Orito y Lomas del Lago. Su entorno está marcado por cerros desnudos y callejones polvorientos que conservan la atmósfera de pueblo minero. La hacienda se encuentra rodeada de otras construcciones antiguas, algunas habitadas y otras en ruinas, lo que refuerza la sensación de haber entrado en una cápsula del tiempo. El sitio ofrece vistas únicas de la ciudad, especialmente al atardecer, cuando la luz dorada del sol baña la piedra negra de los muros y resalta la geometría irregular de la edificación.
Cómo llegar desde el centro de Zacatecas
El acceso a la Ex Hacienda del León desde el centro histórico de Zacatecas es sencillo. Se puede tomar la avenida Quebradilla y continuar hacia el sur por la carretera que conecta con El Orito. Un desvío bien señalizado conduce directamente al camino de terracería que lleva a la comunidad de Hacienda del León. El trayecto, aunque breve, ofrece una transición evidente entre lo urbano y lo rural, entre la arquitectura barroca del centro y la rusticidad minera de los barrios altos. También es posible llegar en transporte público o en bicicleta, una opción popular entre los habitantes locales que usan los caminos como rutas de paseo o ejercicio.
Una hacienda que hoy respira a través de la cultura
Aunque durante décadas estuvo semiabandonada, la Ex Hacienda del León ha sido objeto de recuperación parcial gracias al interés de vecinos, cronistas locales y colectivos culturales. En los últimos años, algunas de sus secciones han sido habilitadas como espacios para eventos culturales, talleres artísticos y encuentros comunitarios. Se han realizado presentaciones de danza folclórica, exposiciones fotográficas, conciertos de música tradicional y jornadas de limpieza y restauración participativa. Si bien el sitio no opera como museo ni como centro turístico formal, su relevancia histórica ha crecido como lugar simbólico donde se conjuga la memoria obrera y la identidad minera de Zacatecas.
El lugar conserva una atmósfera sobria, incluso melancólica. Los visitantes pueden caminar entre las ruinas de los hornos, explorar pasadizos y bóvedas, y sentir el eco de los trabajadores que, siglos atrás, fundían metales bajo condiciones extremas. La experiencia no depende de grandes instalaciones turísticas, sino del valor emocional y patrimonial que los muros en pie transmiten al visitante.
Tradición oral y leyendas locales
La comunidad que rodea la hacienda ha conservado historias y leyendas que alimentan su misterio. Se dice que durante la Guerra de Independencia y más tarde durante la Revolución Mexicana, la hacienda fue refugio de insurgentes y bandidos, quienes encontraron en sus túneles subterráneos un escondite ideal. También se cuentan relatos sobre supuestos entierros de plata que nunca fueron recuperados, así como apariciones nocturnas de antiguos mineros. Estas historias, más allá de su veracidad, forman parte del tejido cultural del lugar y son compartidas con orgullo por los habitantes más antiguos del barrio.
Sabores populares en el corazón de la comunidad
Si bien la hacienda no cuenta con servicios de restaurante, en las cercanías se pueden encontrar fondas, cocinas económicas y puestos de comida que ofrecen platillos típicos de la región. Los tacos de guisado, las enchiladas zacatecanas con queso fresco, los frijoles charros y los tamales de chile colorado forman parte de la oferta cotidiana. En eventos especiales o durante las festividades locales, no faltan las gorditas de horno, el atole de pinole y el tradicional mezcal artesanal que, aunque más común en el sur del estado, también se degusta aquí con gusto. La comida en este entorno se vive como parte de una tradición comunitaria, donde el sabor tiene el valor añadido de lo compartido.
Clima templado con carácter de sierra
El clima en la zona de la Ex Hacienda del León es templado, con una marcada diferencia entre el día y la noche. En primavera y verano los días pueden ser calurosos, pero las noches refrescan gracias a la altitud. Durante el invierno, las temperaturas bajan considerablemente, sobre todo por la mañana y al anochecer, lo que le da al lugar un aire más sobrio y recogido. Las lluvias llegan entre junio y septiembre, y en esos meses el entorno se vuelve más verde, contrastando con el gris habitual del paisaje pedregoso. Para quienes gustan de la fotografía o de los paseos al aire libre, los mejores meses para visitar son de marzo a mayo y de octubre a noviembre.
Un legado que resiste al olvido
La Ex Hacienda del León no solo representa una etapa clave de la historia económica de Zacatecas, sino que hoy es un símbolo de resistencia cultural y memoria popular. Sus muros deteriorados siguen en pie como testimonio del trabajo humano, de los ciclos de riqueza y abandono, de las manos anónimas que fundieron metales y construyeron un patrimonio hoy valorado por nuevas generaciones. Sin grandes remodelaciones ni lujos añadidos, el sitio conserva su esencia y ofrece a quien lo visita la posibilidad de conectar con una parte profunda, a veces olvidada, de la identidad zacatecana. En cada piedra, en cada arco, en cada rincón oscuro, vive el recuerdo de una época en la que el metal brillaba y la tierra ardía bajo los fuegos del horno.
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