La Hacienda La Solariega es uno de los recintos más bellos y representativos del estado…

En las inmediaciones de Comitán de Domínguez, uno de los Pueblos Mágicos más encantadores de Chiapas, se encuentra la Hacienda Santa Clara, un vestigio de la época dorada de la agricultura y la ganadería en el altiplano chiapaneco.
Aunque hoy en día no funciona como una finca productiva en gran escala, este lugar sigue vivo como un testimonio arquitectónico e histórico de las transformaciones sociales y económicas que marcaron la región durante los siglos XIX y XX.
Un legado de la tierra comiteca
La Hacienda Santa Clara surgió en un contexto de consolidación territorial y expansión agrícola en el Valle de Comitán, zona caracterizada por su clima templado, altitudes medias y suelos ricos que favorecieron cultivos como el maíz, el trigo, el frijol y, posteriormente, el café y algunas frutas de clima frío. Su historia está íntimamente ligada al auge de la propiedad rural en Chiapas, impulsado por leyes de desamortización y la consolidación de élites terratenientes locales.
Desde sus primeras décadas, Santa Clara destacó por su extensión, su organización interna y su importancia como unidad económica. A diferencia de otras haciendas de la región que se especializaron exclusivamente en la agricultura o el ganado, Santa Clara desarrolló un sistema mixto, con potreros, huertas, establos, corrales, aljibes y molinos. Esto la convirtió en un centro autosuficiente, con gran influencia en la vida rural de Comitán y sus alrededores.
Arquitectura sobria y funcional
Como muchas haciendas del altiplano chiapaneco, Santa Clara fue edificada con un estilo sobrio, adaptado al clima seco y templado de la región. Sus muros de adobe y piedra caliza, techos de teja a dos aguas, patios interiores y corredores amplios ofrecen una imagen armónica con el paisaje circundante. Aun hoy, parte de su estructura original se conserva, incluyendo la casa grande, algunos galpones y fragmentos de los antiguos muros perimetrales.
Los elementos ornamentales eran discretos, en sintonía con la estética austera de las zonas rurales del sur de México. Sin embargo, los detalles en hierro forjado de puertas y ventanas, así como ciertos retablos religiosos en la capilla interior, hablan de una sensibilidad estética que buscaba combinar funcionalidad con devoción y buen gusto.
El corazón productivo del campo
Durante su apogeo, Santa Clara no solo producía para el consumo interno. Sus excedentes eran enviados a Comitán, San Cristóbal e incluso a mercados en Guatemala. Esta integración al comercio regional favoreció el desarrollo de redes de transporte —como los antiguos caminos de herradura y carretas— y consolidó la posición de la hacienda como motor económico local.
La fuerza laboral estaba compuesta por familias campesinas y peones acasillados que, a lo largo del año agrícola, participaban en labores de siembra, cosecha, pastoreo, mantenimiento y producción artesanal. Las fiestas patronales, las mayordomías y los ciclos religiosos también formaban parte del calendario de vida en la hacienda, fortaleciendo la dimensión comunitaria del espacio rural.
Transformaciones del siglo XX
Con la Revolución Mexicana y, más adelante, con la reforma agraria impulsada por el gobierno de Lázaro Cárdenas, muchas propiedades como Santa Clara fueron fraccionadas, repartidas o transformadas en ejidos. Estos cambios modificaron la estructura productiva y social del campo chiapaneco, pero también permitieron la emergencia de nuevas formas de organización comunitaria.
La Hacienda Santa Clara resistió algunos de estos cambios durante varias décadas, aunque perdió parte de su extensión original. En la actualidad, sus terrenos han sido divididos, y algunas de sus instalaciones se utilizan para actividades agrícolas de menor escala, proyectos educativos y turismo rural incipiente.
Un espacio con potencial turístico y cultural
Debido a su cercanía con Comitán de Domínguez, y a su buena accesibilidad por caminos rurales desde la ciudad, la Hacienda Santa Clara representa un espacio ideal para proyectos de rescate patrimonial, ecoturismo y difusión cultural. Su valor histórico, combinado con la belleza natural del altiplano comiteco, la convierten en un sitio atractivo para visitantes interesados en la historia rural, la arquitectura tradicional y las experiencias de contacto con la tierra.
En los últimos años, se han realizado esfuerzos para preservar parte de la hacienda y su memoria. Iniciativas comunitarias han promovido la limpieza de espacios, la documentación oral de antiguos trabajadores y la revalorización del sitio como parte del paisaje cultural del valle. También se han organizado talleres, ferias y visitas escolares, con el objetivo de vincular a las nuevas generaciones con el pasado agrícola de la región.
Comitán y sus rutas históricas
Visitar la Hacienda Santa Clara puede ser el complemento perfecto a un viaje por Comitán de Domínguez, ciudad rica en historia, arquitectura colonial y ambiente cultural. El Pueblo Mágico cuenta con museos, templos barrocos, calles empedradas, mercados tradicionales y una gastronomía local basada en productos del campo.
Además, desde Comitán es posible emprender rutas hacia otros destinos icónicos de Chiapas, como las lagunas de Montebello, el cenote de Chukumaltik, la zona arqueológica de Tenam Puente o los parques naturales del sur del estado. Santa Clara, en este sentido, puede integrarse como una parada única dentro de un circuito cultural y natural que ofrece al visitante una visión completa del alma rural de Chiapas.
Entre historia y futuro
La Hacienda Santa Clara no es solo una reliquia del pasado, sino un punto de encuentro entre la historia, el paisaje y la posibilidad de nuevas formas de desarrollo sustentable. Su arquitectura sigue contando historias de trabajo, resistencia y vida en comunidad. Su ubicación la conecta con una ciudad vibrante y con paisajes que invitan a la contemplación.
En un tiempo donde lo rural comienza a revalorarse como espacio de memoria, producción alternativa y sostenibilidad, lugares como Santa Clara merecen atención, cuidado y proyección. Son testigos de lo que fuimos y, también, semillas de lo que aún podemos ser.
Comments (0)