Históricas construcciones, conventos, capillas y haciendas, junto con una deliciosa gastronomía, un clima privilegiado y…

Enclavada en la selva baja de Yucatán, a tan solo 30 kilómetros de Mérida, se encuentra la Hacienda San José Cholul, un espléndido ejemplo del auge henequenero del siglo XIX y de la transformación de las antiguas haciendas en espacios dedicados a la hospitalidad y la preservación cultural.
Más que una simple edificación histórica, San José Cholul representa el diálogo entre el pasado y el presente, entre la memoria agrícola y la nueva vocación turística del sureste mexicano.
Orígenes coloniales y primeras actividades
Los orígenes de la Hacienda San José Cholul se remontan a la época colonial, cuando el sistema de encomiendas y las mercedes reales permitieron a familias españolas establecer unidades productivas en el territorio maya. Ubicada cerca de Tixkokob, en una región de suelos fértiles y abundantes recursos naturales, la hacienda comenzó como un centro agrícola dedicado al cultivo del maíz, la cría de ganado y el abastecimiento de productos para la ciudad de Mérida.
Sin embargo, fue hasta el siglo XIX, durante el llamado boom del oro verde, que la hacienda alcanzó su máximo esplendor. La demanda internacional de fibras resistentes, en especial para la industria naval y textil, convirtió al henequén en el motor económico de Yucatán. San José Cholul se transformó en una moderna finca henequenera, equipada con maquinaria de raspa, bodegas de secado, talleres, sistema ferroviario y extensos campos de cultivo.
Apogeo henequenero y transformación arquitectónica
El auge del henequén trajo consigo no solo prosperidad económica, sino también importantes cambios sociales y arquitectónicos. Los propietarios de las haciendas, en su mayoría descendientes de españoles o criollos adinerados, edificaron suntuosas casas principales inspiradas en estilos europeos. La casa grande de San José Cholul, con su fachada neoclásica, arcos amplios, techos altos, pisos de pasta y jardines simétricos, es un testimonio de esta época.
Además de la vivienda principal, la hacienda contaba con una capilla dedicada a San José, casas de peones, cocina tradicional, talleres, trojes, corrales y un sistema hidráulico que abastecía de agua a toda la propiedad. La mano de obra era proporcionada en su mayoría por comunidades mayas, que trabajaban bajo condiciones severas y en un sistema cuasi feudal que fue objeto de fuertes críticas en el siglo XX.
Crisis del sistema y abandono
A principios del siglo XX, la Revolución Mexicana y los cambios económicos globales afectaron profundamente al sistema henequenero. Las luchas sociales por el acceso a la tierra, la caída de los precios internacionales y la implementación de la reforma agraria durante el gobierno de Lázaro Cárdenas marcaron el fin del latifundismo en Yucatán.
Como muchas otras haciendas, San José Cholul fue expropiada parcialmente, y gran parte de sus tierras fueron repartidas en forma de ejidos. Las instalaciones quedaron en desuso, y con el paso de las décadas, los edificios se deterioraron. La vegetación recuperó el espacio que le había sido arrebatado, y la otrora próspera finca se convirtió en una silente ruina, símbolo del colapso de un sistema que había dominado la región durante más de cien años.
Restauración y nueva vocación
A finales del siglo XX, comenzó un proceso de rescate de varias haciendas yucatecas por parte de empresarios y promotores turísticos que vieron en ellas una oportunidad para combinar historia, arquitectura y naturaleza en proyectos de alta gama. San José Cholul fue una de las primeras en ser restaurada con un enfoque patrimonial y hotelero.
La restauración respetó la estructura original de la hacienda, conservando materiales tradicionales como la piedra, la madera de caoba y los pisos de pasta, al tiempo que se incorporaron comodidades modernas. Se adaptaron las antiguas instalaciones para funcionar como un hotel boutique de lujo, con suites en los antiguos cuartos de trabajadores, jardines tropicales, alberca, spa y restaurante de cocina yucateca.
El resultado fue un espacio que ofrece a los visitantes una experiencia inmersiva en el pasado henequenero de Yucatán, sin sacrificar el confort ni el respeto por el entorno natural y cultural.
Patrimonio cultural y natural
San José Cholul no solo es importante por su arquitectura, sino también por su integración con el paisaje natural y su vínculo con las comunidades mayas vecinas. La hacienda está rodeada de vegetación tropical, cenotes y antiguos caminos de piedra conocidos como sacbés, que conectaban los centros ceremoniales mayas.
Además, forma parte del corredor de haciendas del centro de Yucatán, que incluye propiedades como Temozón, Teya y Xcanatún. Esta red patrimonial ha sido reconocida por su valor histórico y su potencial como ruta turística y educativa.
La recuperación de la hacienda también ha generado empleo en la región, desde guías turísticos y artesanos hasta cocineras tradicionales que han revalorizado la gastronomía local. Las actividades culturales incluyen talleres de bordado, presentaciones de jarana y paseos en bicicleta por los alrededores.
Memoria viva y sostenibilidad
Uno de los aspectos más destacados del proyecto de San José Cholul es su enfoque en la sostenibilidad y la recuperación de la memoria colectiva. La hacienda ha documentado parte de su historia oral mediante entrevistas con ex trabajadores y habitantes mayores, que recuerdan la vida diaria en la finca, las festividades religiosas y las relaciones laborales de antaño.
También se promueve el uso de ingredientes locales, técnicas de construcción tradicionales y prácticas respetuosas con el medio ambiente. La preservación del entorno, tanto natural como cultural, es una prioridad que ha convertido a San José en un ejemplo de turismo responsable.
La Hacienda San José Cholul es una muestra viva de cómo el patrimonio histórico puede adaptarse a las necesidades del presente sin perder su esencia. De símbolo del poder económico del siglo XIX a refugio de tranquilidad y memoria, la hacienda ha sabido renacer como espacio de hospitalidad, cultura y encuentro.
Para quienes visitan Yucatán, recorrer sus corredores sombreados, dormir entre muros centenarios y escuchar el eco de historias pasadas es una forma de acercarse no solo al esplendor del henequén, sino también a la profundidad del alma maya yucateca. Un lugar donde el tiempo parece detenerse, y donde cada rincón narra una parte fundamental del pasado mexicano.


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