En el norte del municipio de Irapuato, Guanajuato, donde los campos de trigo se extienden…

Ubicada en el apacible municipio de Tlaltizapán, en el estado de Morelos, la Hacienda San José Acamilpa es un verdadero tesoro histórico que ha sobrevivido al paso del tiempo, conservando su esencia colonial y convirtiéndose hoy en un exclusivo hotel boutique. Fundada en el año 1604 por el Colegio de Cristo durante el periodo virreinal, esta hacienda ha sido testigo de siglos de historia, transformaciones sociales, conflictos y renacimientos.
Su arquitectura, paisajes y legado cultural la posicionan como un espacio único que combina el encanto del pasado con la comodidad del presente.
Orígenes y Auge del Ingenio Azucarero
Desde sus inicios, San José Acamilpa estuvo vinculada con la producción agrícola, especialmente del azúcar, uno de los productos más importantes de la economía novohispana. Durante el siglo XIX, esta hacienda alcanzó su época de esplendor, consolidándose como uno de los ingenios más activos de la región. De acuerdo con registros históricos, para 1851 era considerada una hacienda de tercera clase, y para 1885, ya bajo la propiedad de Don Joaquín de Araoz, su producción anual superaba los 2,400 barriles de aguardiente, además de importantes volúmenes de azúcar.
La calidad de sus productos era tal que en 1889 la Hacienda San José Acamilpa recibió una mención honorífica en la Exposición Internacional de París, un reconocimiento que habla del nivel de sofisticación alcanzado en su proceso de producción, a pesar de encontrarse en una región aún poco desarrollada en infraestructura para la exportación.
La Revolución y la Fragmentación del Latifundio
Sin embargo, la estabilidad y el auge productivo no duraron para siempre. A principios del siglo XX, la Revolución Mexicana transformó radicalmente el panorama político y social del país. Las grandes haciendas, símbolo del poder económico de unos pocos y de la explotación de muchos, fueron objetivo de las luchas revolucionarias.
San José Acamilpa no fue la excepción. Durante este periodo, la hacienda fue ocupada, saqueada y parcialmente destruida por grupos revolucionarios. Sus extensas tierras fueron fraccionadas y redistribuidas entre campesinos y ejidatarios, conforme a los ideales agraristas del movimiento. De esta manera, el casco original de la hacienda quedó reducido a tan solo dos hectáreas, aunque conserva estructuras notables, como sus bóvedas, túneles subterráneos, patios, jardines y la capilla original. Los pasadizos subterráneos sirvieron incluso como refugio durante los conflictos, dando lugar a historias que aún hoy forman parte del imaginario colectivo local.
Restauración y Renacimiento en el Siglo XX
Después de décadas de abandono y deterioro, fue hasta la década de los años 60 que un empresario de la industria editorial adquirió la propiedad con el objetivo de restaurarla y devolverle su antigua gloria. Gracias a un cuidadoso trabajo de reconstrucción, respetando la arquitectura original, la hacienda logró recuperar su esplendor colonial sin perder la autenticidad que la caracteriza.
En la actualidad, la Hacienda San José Acamilpa opera como hotel boutique, brindando una experiencia única de descanso y contacto con la historia. Su modelo de turismo cultural y de relajación se ha convertido en un ejemplo de cómo el patrimonio histórico puede ser preservado y, al mismo tiempo, convertirse en un activo económico sostenible.
Un Refugio de Paz entre Jardines y Tradición
Rodeada por más de siete hectáreas de jardines, huertos y áreas verdes, la hacienda ofrece un entorno de total tranquilidad, ideal para desconectarse del ritmo acelerado de la vida moderna. Los jardines están cuidadosamente diseñados, con árboles centenarios, senderos empedrados, flores endémicas y fuentes que invitan a la contemplación.
El hospedaje consta de diez habitaciones exclusivas, cada una decorada con un estilo propio, que mezcla muebles antiguos, textiles tradicionales mexicanos, techos altos con vigas de madera y detalles tallados a mano. Estas estancias garantizan una experiencia íntima, acogedora y confortable. Las habitaciones cuentan con todas las comodidades modernas —baños privados, aire acondicionado y Wi-Fi— pero sin perder el carácter rústico y colonial que define el lugar.
Gastronomía Local y Experiencias Personalizadas
La cocina de San José Acamilpa está inspirada en la tradición gastronómica morelense y mexicana. En su restaurante, los visitantes pueden degustar platillos preparados con ingredientes frescos, muchos de ellos cosechados directamente de sus huertos. Desde tortillas hechas a mano, salsas tradicionales y moles hasta cortes selectos y postres caseros, cada bocado refleja la riqueza del campo mexicano.
Además del alojamiento, la hacienda ofrece eventos culturales, bodas y celebraciones privadas, adaptando sus espacios históricos para dar cabida a momentos memorables. Ya sea en la antigua capilla, el patio central o los jardines, cada rincón se presta para una experiencia sensorial única.
Compromiso con la Comunidad y la Sustentabilidad
Uno de los aspectos más valiosos de la hacienda es su responsabilidad social. La administración trabaja de la mano con la comunidad local, generando empleo directo e indirecto, comprando productos a proveedores de la región y promoviendo el uso de prácticas sustentables como el reciclaje, el uso responsable del agua y el consumo energético eficiente.
También se organizan actividades comunitarias y talleres, impulsando el turismo rural y el rescate de tradiciones que, en muchos casos, estaban en riesgo de desaparecer. Este enfoque integrador ha convertido a la Hacienda San José Acamilpa en un motor de desarrollo local, más allá de su atractivo turístico.
Un Viaje al Pasado, con el Confort del Presente
La Hacienda San José Acamilpa no es solo un hotel, sino una experiencia inmersiva que permite al visitante reconectarse con el pasado, la naturaleza y el espíritu profundo de México. Es el lugar ideal para quienes buscan un turismo de calidad, sensible a la historia, respetuoso del entorno y comprometido con la identidad regional.
Ya sea para pasar un fin de semana romántico, organizar una celebración especial o simplemente escapar de la rutina, San José Acamilpa ofrece hospitalidad, autenticidad y un legado que vive en cada muro, cada rincón y cada historia compartida.
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