Hidalgo, un estado con profundas raíces en la historia minera y, notablemente, en la tradición…

Ubicada en el municipio de Zempoala, en el corazón del estado de Hidalgo, la Hacienda San Antonio Tochatlaco es una joya del patrimonio histórico mexicano. Fundada a finales del siglo XVIII, esta hacienda ha sido testigo de más de dos siglos de historia, en los que desempeñó un papel crucial como productora de pulque, una de las bebidas más tradicionales y simbólicas de México.
Hoy, gracias a los esfuerzos de conservación y difusión, esta finca se mantiene viva como un espacio cultural y turístico que permite revivir el pasado agrícola del país.
Origen y significado del nombre
El nombre “Tochatlaco” proviene del náhuatl y está compuesto por las palabras toch (conejo), atl (agua) y co (lugar), lo que se traduce como “lugar de las aguas del conejo”. Esta curiosa denominación no es casual, ya que el conejo es un símbolo asociado a Mayahuel, la diosa del maguey y del pulque. Esta simbología refuerza el carácter ritual, agrícola y cultural de la hacienda, que durante el siglo XIX y parte del XX fue una de las principales productoras de pulque en el país.
Fundación y desarrollo
La hacienda fue establecida por Magdalena Tegeda, quien adquirió las tierras a finales del siglo XVIII. Años más tarde, su yerno Manuel Brassetti, de origen italiano, consolidó su infraestructura y modelo productivo, transformándola en una finca agroindustrial centrada en el cultivo de maguey y la producción del preciado néctar fermentado. Bajo su dirección, Tochatlaco vivió una época de auge y modernización que la colocó como una de las haciendas más importantes del Valle de Apan, región pulquera por excelencia.
Auge del pulque
Durante su apogeo en el siglo XIX, la Hacienda San Antonio Tochatlaco contaba con más de 3,000 hectáreas, de las cuales dos tercios estaban sembradas con maguey. Se calcula que la producción diaria de pulque superaba los 3,000 litros, los cuales eran transportados a la Ciudad de México en barriles conocidos como cuartillos o odres de cuero.
El tinacal —espacio destinado a la fermentación del aguamiel— es uno de los más grandes que se conservan en México y todavía alberga las tinas originales de fermentación. Estas estructuras eran clave en la producción, ya que garantizaban la calidad y sabor del pulque que salía de Tochatlaco rumbo a los mercados urbanos.
Arquitectura y elementos destacados
La arquitectura de Tochatlaco es representativa del modelo de las haciendas mexicanas del siglo XIX. Está compuesta por diversos edificios funcionales: la casa principal, el tinacal, la capilla, las caballerizas, los corrales, almacenes y viviendas para los trabajadores. Los materiales tradicionales como piedra, adobe y teja roja se combinan con amplios patios interiores que facilitaban la movilidad y el trabajo agrícola.
Uno de los elementos más notables es la capilla consagrada a San Antonio de Padua, patrono de la hacienda, la cual conserva su estructura original y un altar de madera tallada que data del siglo XIX. La casa principal está decorada con mobiliario antiguo, retratos familiares y objetos históricos que ofrecen al visitante una experiencia inmersiva en el modo de vida rural de aquella época.
Vida cotidiana y organización
En su momento de mayor esplendor, la hacienda llegó a emplear a más de 200 personas, incluyendo magueyeros, tlachiqueros, carpinteros, herreros y cocineras. La actividad económica no se limitaba solo al pulque, pues también se criaban animales, se cultivaban cereales, y existían talleres para la fabricación de herramientas y carretas.
Las jornadas estaban marcadas por los ciclos agrícolas y el movimiento del sol. La vida en la hacienda se regía por un sistema de trabajo y convivencia comunitaria que, con sus luces y sombras, formó parte esencial del tejido social del México rural durante más de un siglo.
Preservación, rescate y usos actuales
A diferencia de muchas haciendas que cayeron en el abandono o fueron demolidas, Tochatlaco ha sido cuidada por varias generaciones de descendientes de sus fundadores. Hoy en día, gracias al compromiso de sus propietarios y de diversas iniciativas culturales, la hacienda funciona como museo y centro cultural.
Se ofrecen visitas guiadas donde los visitantes pueden recorrer la casa principal, el tinacal, la capilla y los patios. También se realizan actividades educativas sobre el cultivo del maguey, la historia del pulque, y los procesos artesanales de producción.
Además, la hacienda ha abierto sus puertas a eventos sociales como bodas, presentaciones artísticas y producciones cinematográficas, aprovechando su belleza escénica y su autenticidad histórica.
Importancia cultural y turística
La Hacienda San Antonio Tochatlaco representa un valioso testimonio del México virreinal y porfiriano. Es un punto clave dentro de la ruta del pulque, que busca rescatar y valorizar las haciendas pulqueras del altiplano central. Para el visitante, Tochatlaco ofrece no solo un viaje al pasado, sino también una conexión con la tierra, los sabores tradicionales y las raíces de la identidad mexicana.
Además, su ubicación en el municipio de Zempoala, cercano a otras haciendas y zonas arqueológicas como Tula y Xochitlán, permite integrarla a itinerarios culturales más amplios que favorecen el desarrollo del turismo sostenible y de cercanía.
La Hacienda San Antonio Tochatlaco no solo es un edificio antiguo, sino un espacio vivo que guarda en sus muros, en sus magueyes y en sus pasillos, las memorias de generaciones de campesinos, tlachiqueros y hacendados. Visitarla es una forma de rendir homenaje a la historia rural de México y de celebrar una tradición que aún tiene mucho que ofrecer a las nuevas generaciones. Su conservación es también una apuesta por el turismo con identidad, donde el pasado no se olvida, sino que se transforma en una experiencia educativa, estética y profundamente mexicana.


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