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Enclavado en el apacible pueblo de Los Reyes Quiahuixtlán, dentro del municipio de Totolac, se encuentra uno de los tesoros mejor conservados de Tlaxcala: la Hacienda Molino de los Reyes. Este espacio, que en su origen funcionó como molino de trigo en el siglo XVIII, ha sabido reinventarse con respeto por su pasado y sensibilidad hacia el presente. La fuerza del agua que alimentaba su antigua maquinaria hoy nutre un proyecto de hospitalidad que privilegia la memoria, la estética y la tranquilidad.

Durante la Revolución Mexicana, el molino fue tomado como cuartel y refugio, lo que dejó profundas huellas en su estructura. En 1963, Don Joaquín Cisneros, patriarca de una familia con arraigo en la región, adquirió el inmueble en ruinas y lo restauró con esmero como residencia familiar. Décadas más tarde, sus descendientes —Erika, Joaquín y Juan Pablo— decidieron abrir al público este recinto cargado de historias y afectos, transformándolo en un hotel boutique y restaurante que rinde homenaje a la tradición, la cocina y el buen vivir.

Un entorno arquitectónico que narra el paso del tiempo

El alma del molino está intacta. Muros de piedra, techos con vigas de madera recuperadas, puertas pesadas y espacios que conservan el eco del trabajo agrícola componen un ambiente sereno, de resonancias históricas. A las orillas del edificio, el arroyo Totolac forma una cascada natural que atraviesa la propiedad, envolviendo las terrazas y senderos con el murmullo constante del agua. Este vínculo con el entorno ha sido preservado cuidadosamente, convirtiendo el lugar en un refugio para quienes buscan contacto con la naturaleza sin renunciar al confort.

Las ocho habitaciones disponibles son únicas y evocadoras. Decoradas con muebles de inspiración mexicana y detalles que remiten al pasado familiar, ofrecen una experiencia personalizada y acogedora. Algunas cuentan con jacuzzi y todas permiten elegir un aroma especial —tropical, herbal o cítrico— que acompaña la estancia desde los amenities hasta la ambientación, creando una sensación envolvente. Esta atención al detalle es parte de lo que le ha valido a Molino de los Reyes el distintivo “Tesoros de México”, reconocimiento reservado a espacios que combinan excelencia en servicio con un profundo valor cultural.

Gastronomía con raíz y emoción

Uno de los mayores encantos del lugar es su cocina. Bajo la dirección de Erika Cisneros, el restaurante ha optado por el camino del rescate culinario. Las recetas que se sirven en sus mesas no vienen de libros de alta cocina, sino de la memoria afectiva: de la abuela, del padre, de las celebraciones familiares. Los ingredientes son locales y frescos, como el maíz criollo de Ixtenco con el que se elaboran tortillas a mano, o los vegetales y chiles que se transforman en moles, adobos y salsas profundamente sabrosas.

El menú honra la tradición tlaxcalteca con platillos como la sopa de haba con nopales, los tlatoyos, la tlatlapa o la cola de res en adobo. Destaca especialmente la sopa “Blanco y Negro”, una crema de elote acompañada de un trébol de huitlacoche, servida mientras se leen cartas de amor escritas por los abuelos de la familia fundadora. Este gesto poético, cargado de calidez, transforma la comida en una experiencia emocional.

Los espacios para comer son tan diversos como encantadores: desde el comedor principal, con vista a la cascada, hasta terrazas más íntimas entre la vegetación. La atención es cálida y profesional, y la demanda constante hace recomendable reservar con antelación, especialmente durante fines de semana y días festivos.

Bienestar integral en armonía con la tierra

Molino de los Reyes no es solo un hotel o restaurante; es también un centro de bienestar que abraza prácticas ancestrales. El temazcal, construido de acuerdo con la tradición indígena, es uno de los elementos más valorados por los visitantes. Aquí se ofrecen ceremonias guiadas que combinan vapor, hierbas y silencio para purificar cuerpo y mente. Además, el spa complementa esta experiencia con masajes relajantes, faciales naturales y terapias de aromaterapia personalizadas, pensadas para despertar los sentidos en un entorno seguro y privado.

En los alrededores del molino, los visitantes pueden recorrer senderos que serpentean entre árboles, piedras y el canto del agua. Las caminatas, de hasta 3.5 kilómetros, permiten explorar la reserva natural que bordea el arroyo Totolac, ideal para quienes buscan momentos de contemplación y contacto con lo esencial.

Celebraciones con sentido y belleza

Gracias a su ubicación, infraestructura y mística, la Hacienda Molino de los Reyes se ha consolidado como un espacio privilegiado para bodas y eventos sociales. La combinación de jardines, terrazas y espacios cubiertos permite realizar ceremonias íntimas o celebraciones de hasta 350 personas, siempre en un entorno armonioso y con un servicio profesional que cuida cada detalle: banquete, música, decoración, fotografía y transporte.

El menú para eventos es flexible y va desde platillos tradicionales hasta opciones vegetarianas o gourmet. La atmósfera, siempre rodeada de agua y naturaleza, otorga un carácter especial a cada celebración. Aquí, casarse no es solo firmar un contrato, sino tejer un momento inolvidable en un espacio lleno de historia.

Accesibilidad y cercanía

Uno de los grandes aciertos de este proyecto es su ubicación estratégica. La hacienda se encuentra a tan solo diez minutos del centro de Tlaxcala, a cuarenta minutos de Puebla y a un par de horas desde la Ciudad de México, lo que facilita escapadas de fin de semana o eventos sin complicaciones logísticas. Cuenta con estacionamiento gratuito y acceso seguro por carretera, sin sacrificar la sensación de aislamiento y privacidad que distingue al lugar.

Una experiencia para el alma

Molino de los Reyes está pensado para quienes valoran lo auténtico. Es ideal para parejas que desean reconectar en un entorno romántico, para viajeros que buscan la riqueza cultural de Tlaxcala, para amantes de la cocina regional y para quienes desean celebrar la vida rodeados de belleza natural y arquitectura con historia. Aquí, cada espacio tiene un relato, cada platillo una memoria, cada rincón un susurro del pasado que se entrelaza con el presente.

En tiempos donde todo parece efímero y apresurado, este molino restaurado con amor ofrece una pausa, una invitación a disfrutar sin prisa, a redescubrir la calidez de las cosas bien hechas. Visitar la Hacienda Molino de los Reyes no es solo hospedarse o comer bien; es vivir una experiencia que toca la memoria, los sentidos y el corazón.

Hacienda Molino de los Reyes

 

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