La Hacienda Santa Águeda es una joya escondida en el paisaje rural de Tlaxcala. Ubicada…

Ubicada en el corazón del Pueblo Mágico de Ures, en el estado de Sonora, la Hacienda del Labrador representa un extraordinario ejemplo de cómo el pasado y la naturaleza pueden entrelazarse para ofrecer una experiencia turística única.
Fundada en el siglo XIX y restaurada con esmero, esta hacienda se ha convertido en un destino ideal para quienes buscan tranquilidad, contacto con la vida rural, gastronomía tradicional y espacios memorables para eventos especiales.
Historia y arquitectura
La Hacienda del Labrador tiene sus orígenes en el siglo XIX, época en la que fue construida siguiendo los patrones arquitectónicos típicos del noroeste de México. Sus muros de adobe, techos de carrizo y madera tallada hablan de una época en la que la funcionalidad rural se fundía con la estética regional. En años recientes, bajo la administración de María Teresa López y Jorge Gastélum, la hacienda ha sido cuidadosamente restaurada, respetando las técnicas constructivas originales. Hoy, el recinto no solo se conserva como patrimonio histórico, sino que funciona como hospedaje, restaurante y laboratorio rural vivencial, donde los visitantes pueden experimentar el modo de vida campestre.
El entorno natural
El terreno que rodea la hacienda supera las cien hectáreas, e incluye áreas de desierto sonorense, huertos y un apacible lago artificial. Estos espacios no son meramente decorativos: están pensados para ser explorados y vividos. Existen senderos diseñados para caminatas que permiten admirar la flora local, y el lago invita a la pesca ligera o a un paseo relajante en lancha. Las actividades al aire libre incluyen también paseos a caballo por caminos campestres, recorridos en bicicleta y visitas guiadas a cultivos donde se realizan prácticas agrícolas tradicionales como la siembra de hortalizas, la ordeña de vacas y la cría de ovejas y cabras. La conexión directa con la tierra convierte a la hacienda en un aula viva donde los visitantes aprenden de forma práctica y emotiva.
Cocina y tradiciones
Uno de los aspectos más apreciados por quienes visitan la Hacienda del Labrador es su cocina, profundamente arraigada en la tradición regional sonorense. Aquí se preparan tamales de elote, piloncillo o carne; caldos de cocido, carne con chile y coyotas dulces. Pero el verdadero emblema culinario del lugar son las tortillas de agua, conocidas por su tamaño como “tortillas sobaqueras”, preparadas de forma artesanal en comales antiguos. Más allá de la comida, lo que hace especial la experiencia es el enfoque participativo: los visitantes pueden observar la preparación de los platillos, interactuar con las cocineras locales y aprender los secretos de una cocina que ha sobrevivido generaciones.
Hospedaje y actividades
La hacienda dispone de alojamiento para entre 30 y 50 personas, distribuidas en habitaciones del casco principal. Esta opción la hace perfecta para retiros espirituales, escapadas familiares o celebraciones íntimas. Durante la estancia, los huéspedes tienen acceso a todas las actividades mencionadas: caminatas, paseos en caballo, bicicleta y talleres de campo. También pueden relajarse junto al lago o simplemente contemplar el paisaje desértico, cargado de tonos ocres y cielos amplios. La combinación de descanso y experiencia vivencial es uno de los grandes aciertos del proyecto.
Eventos: bodas y celebraciones
Gracias a sus escenarios naturales y su arquitectura imponente, la Hacienda del Labrador se ha convertido en un lugar codiciado para bodas y otros eventos especiales.
Cuenta con tres espacios principales para celebraciones: la plaza central, rodeada por muros de adobe y árboles antiguos; una zona ajardinada frente al lago, ideal para ceremonias al aire libre; y el salón “La Mielera”, un recinto cerrado y climatizado para eventos más formales. La hacienda puede albergar celebraciones de entre 100 y 600 personas.
Ofrece paquetes de renta que van desde los $30,000 hasta los $80,000 pesos, con opciones de pista de baile, jardines, alberca, estacionamiento, descorche libre y alojamiento para algunos invitados. El ambiente rústico y elegante a la vez convierte cada evento en una experiencia con identidad propia.
Turismo y visitantes
A lo largo de los años, la hacienda ha atraído visitantes de todas partes del mundo, desde Alemania e Inglaterra hasta otros puntos de México. Muchos llegan en busca de un lugar auténtico para descansar, reconectarse con la naturaleza o celebrar momentos especiales.
La propuesta de turismo rural vivencial ha hecho que el sitio se integre en varias rutas turísticas oficiales del estado de Sonora, y medios de comunicación locales han documentado su atractivo.
Además, su presencia en redes sociales, especialmente en Facebook e Instagram, ha permitido que cada vez más viajeros descubran este rincón único del desierto sonorense.
Ubicación y datos prácticos
La Hacienda del Labrador se encuentra en la calle General Piña Final, en Ures, Sonora.
Para mayor información o reservaciones, se puede contactar al número +52 623 232 0378 o seguir sus actualizaciones en redes sociales.
Aunque el lugar está abierto todos los días, se recomienda verificar disponibilidad especialmente si se planea asistir durante fines de semana o realizar algún evento.
Por qué visitar la Hacienda del Labrador
Este espacio ofrece una combinación poco común de historia, naturaleza, cultura y hospitalidad.
Su arquitectura centenaria conserva el legado del siglo XIX, mientras que sus extensos terrenos ofrecen flora y fauna autóctona, junto con prácticas agrícolas que los visitantes pueden conocer de primera mano. La cocina regional se convierte en una experiencia multisensorial, y el ambiente íntimo y auténtico hace que cada estancia sea especial. Ya sea para descansar, aprender, celebrar o simplemente admirar el paisaje sonorense, la Hacienda del Labrador ofrece una experiencia integral que honra el pasado y celebra el presente.
Recomendaciones para los visitantes
Es aconsejable reservar con anticipación, especialmente durante los fines de semana o en temporada alta.
Conviene revisar el programa de actividades para organizar bien la visita y no perderse los talleres rurales o los paseos por la hacienda.
Si se planea un evento, conviene especificar desde el inicio qué espacios se desean y si se requiere apoyo logístico. Debido al clima desértico, se recomienda llevar ropa cómoda, protector solar y mantenerse hidratado.
Finalmente, se pide a todos los visitantes actuar con respeto hacia el entorno natural y los animales del lugar.
Visitar la Hacienda del Labrador es sumergirse en una experiencia que va más allá del turismo convencional. Es vivir el desierto con otros ojos, reencontrarse con la tradición y descubrir que lo esencial aún existe, guardado entre adobe, nopales, tortillas de agua y cielos abiertos.
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