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La Hacienda de SanJuan de Tepetates es un vestigio emblemático del periodo colonial y porfiriano en Durango. Ubicada en las cercanías del valle del Guadiana, sus muros de adobe y cantera guardan historias de trabajo rural, grandes extensiones de cultivo y la vida cotidiana de hacendados y peones.

Aunque en gran parte se encuentra en estado de conservación parcial, este sitio es considerado un patrimonio de gran valor histórico y arquitectónico y forma parte de las leyendas de la región.

Historia y vocación agroganadera

Los orígenes exactos de la hacienda no están del todo documentados, pero se sabe que existe al menos desde el siglo XVII, cuando en la región se consolidaron modelos de producción agrícola basados en el trigo, el maíz y la ganadería. En la época colonial funcionaba bajo el sistema de encomienda y sirvió no solo como unidad económica, sino también como espacio de evangelización y control social, reflejo del modelo colonial vigente.

Durante el siglo XIX y el auge del Porfiriato, su importancia creció: se implementaron innovaciones en riego, se construyeron canales y norias, y el uso de muros de cantera y arcos fue elevado, lo que le dio un carácter monumental . La hacienda también formó parte de la cadena de producción agropecuaria que abastecía a los grandes centros mineros y a la ciudad de Durango.

Tras la Revolución Mexicana y el reparto agrario, la hacienda perdió gran parte de su superficie, pero el casco principal permaneció en manos privadas o ejidales, pasando de ser centro de producción a ser un sitio patrimonial que hoy conserva su capilla, patios y algunos corrales.

Ubicación y acceso

La Hacienda de Tepetates está situada en una zona de transición entre el altiplano y las estribaciones de la Sierra Madre Occidental. Administrativamente puede ubicarse cerca de poblaciones rurales tradicionales del valle del Guadiana, al sur de la ciudad de Durango. El acceso se realiza comúnmente por caminos secundarios rurales desde poblados cercanos del municipio o desde la carretera federal que conecta con Guadalupe Victoria o Canatlán.

El trayecto en vehículo particular puede durar entre 30 y 45 minutos desde el centro de Durango. El uso de GPS y el cuidado en caminos de terracería son recomendables para quienes no visitan el lugar frecuentemente.

Atractivos turísticos cercanos

La región del valle del Guadiana ofrece diversos puntos de interés que complementan la visita a Tepetates:

Pueblos tradicionales: asentamientos rurales con viviendas coloniales sencillas, plazas, templos y costumbres rurales muy arraigadas.

Sitios religiosos de origen colonial y ranchos antiguos: algunos con pequeña capillas y arquitectura rural de valor patrimonial.

En Guadalupe Victoria existen antiguas haciendas fragmentadas que hoy integran parques, unidades comunitarias y museos locales .

Más alejados se encuentran los sitios arqueológicos del norte de Durango, como vestigios teotihuacanos que se vinculan al pasado prehispánico de la región

Durango capital, a unos 40 km, ofrece un amplio abanico de museos, arquitectura colonial, teleférico, catedral y paseo histórico: perfecto complemento cultural tras la exploración rural.

Gastronomía y productos del campo

La zona donde se encuentra Tepetates conserva una rica tradición gastronómica ligada a su producción rural. En poblados cercanos se preparan platillos auténticos:

Caldo o caldillo durangueño, con carne seca y chile pasado.

Gorditas, tamales de elote, asado rojo y carne adobada.

Queso fresco, hojas de maíz, burritos, requesón y pan de rancho.

Dulces propios: cajeta de membrillo, dulce de calabaza o piloncillo, y los populares jamoncillos.

En temporadas de festividades, se organizan justa de productos locales y venta de antojitos directamente en la vía pública o plazas.

Muchos de estos productos están disponibles en puestos improvisados o pequeños mercados rurales: una oportunidad para apoyar a las familias locales.

Consejos útiles para la visita

Contacto previo: Aunque algunas áreas pueden estar abiertas, otras (como la capilla o terrenos privados) requieren permiso. Contacta con autoridades ejidales, turismo rural o historiadores locales.

Guía local: Un acompañante de la comunidad puede contar historias, explicar la arquitectura y garantizar una visita más profunda y segura.

Ropa y calzado adecuado: Lleva calzado cómodo, ropa adecuada al clima (ligera en el día, más abrigada en la noche), sombrero, hidratación y protector solar.

Época ideal: Primavera y otoño ofrecen clima más templado; el verano puede ser caluroso y el invierno con noches frías.

Protocolo respetuoso: La hacienda sigue siendo un espacio rural, habitado o usado por las familias. Solicita permiso para tomar fotos, no alteres espacios y conserva un comportamiento respetuoso.

Servicios básicos: No hay infraestructura turística formal. Lleva agua y snacks; el sanitarío puede no estar disponible fuera de los poblados.

Complemento a la visita: Planea también un recorrido por pueblos y plazas vecinas, mercados o sitios religiosos abiertos, para absorber mejor el ambiente rural de la región.

Un legado rural que aún susurra historias

La Hacienda de SanJuan de Tepetates es más que un conjunto arquitectónico: es un ecosistema de vida rural, testimonio de un sistema social y económico que marcó Durango por siglos. Sus muros de adobe, patios silenciosos, la capilla y sus corrales siguen narrando historias de siembras, ciclos de cosecha, fe y transformación del paisaje. Aunque parcialmente en abandono, aún conserva su esencia y abre una ventana al pasado sin filtros ni escenarios dramatizados.

Visitarla es una experiencia de inmersión: en la tradición, en la ruralidad, en los recuerdos conservados por la comunidad. Es una invitación a recorrer los caminos de la memoria duranguense, en una zona donde las leyendas se funden con parcelas, y donde cada piedra adquiere vida cuando se escucha la voz de quienes habitan y relatan. Un viaje imprescindible para los que buscan descubrir la historia viva del campo mexicano, lejos de la ciudad, pero muy cerca del corazón.

Hacienda de San Juan de Tepetates

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