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En la vasta geografía del estado de Durango, donde las montañas y los llanos narran historias de colonización, minería y agricultura, se encuentra la Hacienda de San Diego de Navacoyán, uno de los complejos rurales más emblemáticos del valle central duranguense. Situada al suroeste de la capital del estado, esta hacienda destaca no solo por su importancia histórica como centro agrícola y ganadero, sino también por el valor cultural que hoy representa como sitio turístico y sede de eventos especiales.

Caminar por los patios de San Diego de Navacoyán es recorrer siglos de trabajo rural, de transformaciones económicas, de resistencia frente al tiempo. Su arquitectura sobria, el verdor que la rodea y su entorno natural la convierten en un rincón privilegiado donde el visitante puede entrar en contacto con el pasado de una región que se forjó al ritmo del campo.

Historia y vocación agrícola

La Hacienda de San Diego de Navacoyán fue fundada en el siglo XVIII, en una etapa de expansión del modelo hacendario novohispano que se afianzaba en el norte de la Nueva España. A diferencia de otras haciendas mineras o de fundición como La Ferrería, Navacoyán tuvo desde su origen un perfil marcadamente agrícola y ganadero. Su localización estratégica, cerca del río Tunal y de fértiles tierras de temporal, permitió establecer un sistema de producción de granos, forrajes, hortalizas y cría de ganado.

Durante el siglo XIX, la hacienda vivió momentos de bonanza gracias a las innovaciones introducidas por sus propietarios, que incluían norias, canales de riego y zonas de cultivo organizadas por terrazas. Se convirtió también en un centro de abastecimiento importante para la ciudad de Durango y para otras comunidades cercanas.

Ya en el siglo XX, con la Reforma Agraria y los procesos de fragmentación de los latifundios, la hacienda fue perdiendo superficie, aunque logró conservar su casco original, el templo anexo, corrales y jardines. Hoy en día, este conjunto se mantiene en pie gracias a trabajos de restauración y a su reconversión parcial como centro turístico y cultural.

Ubicación y accesibilidad

La Hacienda de San Diego de Navacoyán se localiza a tan solo 12 kilómetros al suroeste de la ciudad de Durango, en el poblado del mismo nombre. El acceso es fácil desde el centro de la ciudad tomando la carretera federal 45 o bien por la ruta hacia el poblado La Ferrería, desde donde se conecta por caminos locales.

El trayecto en auto es de aproximadamente 20 a 25 minutos, lo que la convierte en un destino ideal para una excursión de medio día o para asistir a eventos especiales, bodas, festivales o convivencias.

Atractivos turísticos y culturales cercanos

La zona donde se ubica la hacienda es rica en atractivos naturales, históricos y culturales. A poca distancia se encuentra el río Tunal, que atraviesa los alrededores con paisajes ideales para caminatas, fotografía y descanso. También se puede visitar el Balneario de Navacoyán, un sitio tradicional donde los habitantes de Durango suelen refrescarse durante los meses cálidos.

Muy cerca se encuentra también la ya mencionada Hacienda de la Ferrería de Flores, que hoy funciona como museo de sitio y centro cultural. Para quienes deseen extender su recorrido, el centro histórico de la ciudad de Durango, con su catedral, el Paseo Constitución, el Museo de Arqueología y el teleférico, está a menos de media hora de camino.

Otro punto interesante para los amantes de la historia es el Cerro de los Remedios, que ofrece vistas panorámicas de la región y donde se han localizado algunos vestigios de antiguos asentamientos.

Sabores del campo duranguense

La Hacienda de San Diego de Navacoyán, aunque no opera como restaurante abierto todos los días, ofrece servicios gastronómicos para eventos especiales o en temporadas turísticas. Sus instalaciones cuentan con una cocina tradicional donde se preparan platillos representativos de la cocina duranguense, como el asado rojo, el caldillo de carne seca, los chile pasado con queso, y las gorditas al comal.

Durante festividades locales o fines de semana especiales, es posible disfrutar de comida preparada con ingredientes de la región, como frijoles criollos, maíz nativo, salsas caseras y tortillas hechas a mano. También se ofrece pan horneado en hornos de barro, dulces de leche, y bebidas tradicionales como el atole de pinole y aguas frescas.

En algunas ocasiones, productores artesanales locales instalan puestos dentro del recinto para vender queso, miel, dulces y mezcal artesanal.

Recomendaciones para la visita

  • Horarios y disponibilidad: La hacienda no está abierta al público de forma continua, ya que muchas de sus actividades se concentran en eventos privados o visitas guiadas programadas. Es importante contactar previamente para coordinar horarios o aprovechar alguna jornada cultural.
  • Eventos y actividades: Durante el año se celebran ferias, presentaciones culturales y recorridos guiados. Algunos incluyen caminatas por los campos y talleres de agricultura tradicional o elaboración de alimentos.
  • Vestimenta cómoda: Se recomienda llevar ropa adecuada para caminar y sombrero, ya que el sol puede ser fuerte en ciertas épocas. También es buena idea llevar repelente si se planea explorar las áreas cercanas al río.
  • Fotografía: La hacienda es sumamente fotogénica, ideal para capturar imágenes de arquitectura rural, jardines antiguos y escenas del campo.
  • Visitas escolares y culturales: Instituciones educativas suelen organizar recorridos para que los estudiantes conozcan el funcionamiento histórico de una hacienda agrícola y su importancia en el desarrollo regional.

Un legado que florece en la memoria colectiva

La Hacienda de San Diego de Navacoyán es mucho más que un vestigio arquitectónico del pasado rural de Durango: es un espacio donde se mantiene viva la memoria del trabajo en el campo, la transformación del paisaje y la vida comunitaria. Hoy, adaptada a las nuevas dinámicas turísticas y culturales, sigue siendo un lugar de encuentro entre generaciones, entre historia y presente, entre tradición y renovación.

Para quienes buscan una experiencia auténtica, cercana a la tierra y la historia, San Diego de Navacoyán ofrece una ventana única al alma agrícola de Durango, enmarcada por un entorno natural que invita al descanso, la contemplación y el aprendizaje.

Hacienda de San Diego de Navacoyán

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