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La Hacienda de Nogueras, ubicada en el pintoresco Pueblo Mágico de Comala, es uno de los ejemplos más emblemáticos de cómo un antiguo centro agrícola puede transformarse en un espacio cultural sin perder su identidad histórica. Fundada durante el periodo virreinal, esta hacienda fue durante siglos un núcleo de producción cañera, agrícola y ganadera. Durante el siglo XIX alcanzó su mayor auge, aprovechando la fertilidad del valle comalteco y la cercanía con la ciudad de Colima, lo que facilitaba el comercio de sus productos.
A lo largo del tiempo, la hacienda pasó por distintas manos hasta llegar a ser propiedad del reconocido artista plástico colimense Alejandro Rangel Hidalgo, quien no solo la rescató del abandono, sino que la convirtió en su hogar, taller y centro de creación artística. Su legado transformó el lugar en un espacio único donde se entrelazan arte, historia y naturaleza, dando pie a lo que hoy es un museo, jardín botánico y centro cultural.
Características arquitectónicas
La Hacienda de Nogueras conserva gran parte de su traza original: un casco tradicional con amplios corredores, gruesos muros de adobe, techos altos con vigas de madera y teja de barro. Las habitaciones que antiguamente funcionaban como almacenes o viviendas del personal han sido restauradas y adaptadas para exposiciones permanentes, manteniendo el espíritu sobrio y elegante de la hacienda virreinal.
Uno de los espacios más significativos es el museo que alberga las obras de Alejandro Rangel Hidalgo: muebles de diseño único, ilustraciones, pinturas y objetos personales que revelan el talento y la sensibilidad del artista. A ello se suma una amplia colección de piezas prehispánicas provenientes de la región, las cuales dan cuenta de la profunda herencia cultural que habita estos suelos desde tiempos remotos.
El conjunto está rodeado por jardines perfectamente cuidados y una atmósfera de tranquilidad que lo vuelve ideal para el descanso y la contemplación.
Entorno turístico
Comala, también conocido como “el pueblo blanco de América”, es uno de los destinos más encantadores de Colima. La Hacienda de Nogueras se encuentra a solo 5 minutos del centro del pueblo, lo que permite combinar su visita con un recorrido por la plaza principal, la parroquia de San Miguel, los portales tradicionales y las tiendas de artesanías y ponches. Desde Nogueras, también es fácil acceder a rutas ecológicas hacia las faldas del Volcán de Colima, la laguna La María o el pueblo de Suchitlán.
Además, el entorno inmediato de la hacienda está repleto de vegetación tropical, senderos sombreados y espacios naturales que invitan a la caminata tranquila o a la fotografía de paisaje. En el jardín botánico adyacente, el visitante puede apreciar una gran diversidad de flora regional, incluyendo especies medicinales, endémicas y árboles centenarios.
Gastronomía local
Una visita a la Hacienda de Nogueras y a Comala no estaría completa sin probar los sabores que hacen de esta región una de las más ricas de la cocina colimense. Desde temprano, los portales del centro ofrecen café de olla, pan dulce artesanal y tamales de elote. Más tarde, es tradicional pedir un ponche de granada, ciruela o café —con o sin alcohol— acompañado de botanas típicas como tostadas de lomo, tacos dorados, sopes o cuachala, un guiso espeso a base de maíz y pollo.
En las cercanías de la hacienda, también hay pequeñas fondas donde se pueden degustar platillos como tatemado de cerdo, pipián rojo o enchiladas colimotas. Para quienes buscan algo más elaborado, Comala ofrece restaurantes campiranos con vistas espectaculares, ideales para disfrutar de una comida larga al ritmo pausado del campo.
Tradiciones y cultura
La vida cultural de Comala gira en torno a sus fiestas patronales, sus tradiciones populares y el legado de artistas como Alejandro Rangel. Durante el año se celebran ferias, encuentros literarios, exposiciones artísticas y presentaciones musicales, muchas de las cuales tienen lugar en espacios culturales como la misma Hacienda de Nogueras.
Además, es común que la hacienda participe en eventos organizados por la Universidad de Colima, que actualmente administra el recinto. El visitante puede encontrarse con exposiciones temporales, visitas guiadas especializadas, talleres artísticos y actividades educativas dirigidas tanto a estudiantes como al público en general.
La presencia del museo, el jardín botánico y la oferta cultural hacen de este espacio un punto de encuentro entre pasado y presente, tradición y creatividad.
Consejos para la visita
Visita en horario matutino, especialmente si deseas recorrer el museo y el jardín con tranquilidad. El clima suele ser más fresco por la mañana.
Consulta la agenda cultural de la Universidad de Colima o del ayuntamiento de Comala para coincidir con actividades especiales o visitas guiadas.
Lleva calzado cómodo y ropa ligera; la caminata por los jardines o los caminos hacia el río requiere algo de esfuerzo físico moderado.
Aprovecha tu visita para recorrer también el centro de Comala, donde encontrarás libros, artesanías, ponches y recuerdos únicos.
Respeta las zonas restringidas dentro del museo y del jardín, pues se trata de patrimonio histórico y natural protegido.
Explora otras rutas: desde Nogueras puedes dirigirte a la laguna La María o a la comunidad de Suchitlán, ambas con atractivos ecoturísticos y culturales.
Una experiencia integral
Visitar la Hacienda de Nogueras es sumergirse en un mundo donde confluyen el arte, la historia y la belleza natural. Lo que alguna vez fue un centro productivo del campo colimense, hoy es un refugio para la sensibilidad, la memoria y la contemplación. Ya sea que te interese conocer más sobre la obra de Alejandro Rangel Hidalgo, admirar el paisaje tropical o simplemente descansar en un entorno apacible, este rincón de Comala tiene algo especial que ofrecerte.
A tan solo unos minutos del bullicio urbano, la Hacienda de Nogueras nos recuerda que el verdadero lujo está en la conexión con nuestras raíces, en la armonía con el entorno y en la capacidad de mirar con asombro lo que otros dejaron como legado. Un espacio para aprender, sentir y recordar, siempre al ritmo pausado del pueblo blanco.
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