Skip to content

En las colinas ondulantes del Valle de Cuernavaca, Morelos, a unos 90 kilómetros al sur de la Ciudad de México, yace la Ex-Hacienda La Concepción como un susurro del esplendor colonial. Situada en la localidad de Ex-Hacienda el Hospital, con código postal 62755, esta finca histórica se erige en un paisaje de campos de aguacate y viñedos que parecen pintados por la mano de la naturaleza.

Antiguo ingenio azucarero del siglo XVII, hoy renace como un hotel boutique y centro de retiros, invitando a viajeros a sumergirse en la serenidad de Morelos, la “Tierra de las Flores Eternas”. Su proximidad a Cuernavaca la convierte en un refugio ideal para quienes buscan equilibrar historia, wellness y aventuras en un clima perpetuamente primaveral, con temperaturas que rondan los 25°C todo el año.

Raíces Coloniales: Del Azúcar a la Revolución

La Ex-Hacienda La Concepción fue fundada en 1608 por el encomendero español Pedro de Bringas, quien la transformó en uno de los primeros trapiches hidráulicos de Nueva España. Con un sistema de norias y acequias que aprovechaban las aguas del Río Chalma, producía panela y aguardiente de caña, alimentando la economía virreinal. Sus 300 hectáreas originales, cultivadas con caña y maíz, simbolizaban el auge de los latifundios morelenses, pero también la sombra de la explotación indígena. Durante la Independencia, sirvió de bastión para insurgentes; José María Morelos y Pavón, ilustre morelense, pudo haber pasado por sus muros en campañas cercanas. En la Revolución, zapatistas la usaron como hospital de campaña —de ahí el nombre del poblado adyacente—, escondiendo heridos entre sus bodegas de piedra.

Expropiada en 1934 por la reforma agraria, pasó a manos ejidales antes de su restauración en los 90 por la familia Cervantes, visionarios que la convirtieron en un oasis contemporáneo. Hoy, sus muros de cantera rosa, capilla barroca y torre del reloj preservan el legado de tres siglos, mientras huertos orgánicos reviven tradiciones prehispánicas tlahuicas. Nombrada “La Concepción” en honor a la Inmaculada, evoca la devoción franciscana que moldeó Morelos, uniendo fe y fértil suelo en un tapiz histórico.

Llegada y Encanto Rústico-Moderno

Llegar a la hacienda es un ritual de desconexión: el camino serpenteante desde la autopista Cuernavaca-Chilpancingo, flanqueado por huertos de mango y jacarandas, desemboca en una portada de hierro forjado que anuncia paz absoluta. La propiedad, de 12 hectáreas restauradas, se despliega en terrazas escalonadas con vistas al Popocatépetl dormido. Sus 15 habitaciones, distribuidas en cabañas independientes, fusionan lo colonial con lo zen: techos de teja, pisos de talavera y camas balinesas con dosel. Suites como la Torre del Reloj incluyen jacuzzis al aire libre y terrazas privadas para desayunos con vista al valle.

La piscina infinita, encastrada en un antiguo aljibe, refleja el cielo morelense, mientras senderos empedrados llevan a rincones de lectura con hamacas tejidas a mano. Para grupos, salones con vigas de madera acogen talleres o cenas familiares, evocando las veladas de hacendados. El spa, en una ex-bodega, ofrece masajes con aceites de maguey y temazcal prehispánico, ritual de purificación que dura dos horas en un domo de adobe. En mañanas brumosas, el aroma a café de Chiapas y pan de elote anuncia un día de indulgencia sensorial.

Sabores de la Tierra Morelense

La gastronomía de La Concepción es un tributo a la abundancia local, dirigida por chefs que cosechan del huerto orgánico. El comedor principal, en un patio con fuente central, sirve desayunos con tamales de chipilín, frutas de temporada como mamey y guanábana, y huevos rancheros con salsa de xoconostle. Al mediodía, ensaladas de amaranto y nopales ahumados dan paso a mains como el conejo en pipián verde o el salmón en hoja de plátano, todo maridado con vinos de la Ruta de la Seda morelense —un proyecto de viñedos boutique en Temixco.

Cenas a la carta incluyen el clásico mixiote de carnero, envuelto en pencas de maguey y cocido en hoyos subterráneos, o vegetarianos como enchiladas de huitlacoche con crema de flor de calabaza. El bar, en la ex-torre de agua, destila mezcales de Amacuzac y tequilas artesanales, con catas guiadas que narran la historia del agave desde los aztecas. En fines de semana, pop-ups de chefs invitados fusionan lo molecular con lo tradicional, como esferificaciones de mole poblano. La sostenibilidad reina: compostaje de residuos y menús zero-waste aseguran que cada bocado nutra la tierra que lo dio.

Aventuras en el Entorno Natural

La hacienda es portal a maravillas morelenses. A 10 minutos, las Barrancas de Cuernavaca ofrecen hikes por cañones de basalto con cascadas ocultas, ideales para avistamiento de coatíes y garzas. El Jardín Botánico de la Ciudad, a 15 km, exhibe orquídeas endémicas y senderos educativos sobre la flora tlahuica. Para historia, el Palacio de Cortés en Cuernavaca, a 20 minutos, alberga murales de Rivera que cronican la conquista, mientras la Catedral de Cuernavaca, con sus capillas abiertas del siglo XVI, susurra oraciones franciscanas.

A 25 km, Xochicalco —patrimonio UNESCO— asombra con su pirámide de la Serpiente Emplumada y observatorio astronómico, donde se cree se reunieron culturas mesoamericanas. Aficionados al golf encuentran el Club Tres Marías, a 30 minutos, con campos rodeados de lagos y bunkers desafiantes. El Río Chalma, a un suspiro, invita a tubing o kayaking en aguas cristalinas, especialmente en temporada seca (noviembre a mayo). Para adrenalina, tirolesas en el Parque Ecológico Lagunas de Zempoala, a 40 km, cruzan siete lagunas volcánicas, con vistas al Izta-Popo.

Bienestar y Ecoturismo Responsable

La Concepción prioriza el alma tanto como el cuerpo: retiros de yoga y meditación en la capilla restaurada sincronizan con el sol naciente, guiados por maestros certificados en vedanta y tradiciones mayas. Clases de tai chi en los huertos enseñan equilibrio con la naturaleza, mientras terapias ayurvédicas usan hierbas locales como epazote y ruda. Programas de ecoturismo incluyen tours a pie por viñedos adyacentes, donde se aprende sobre polinizadores y cambio climático, o talleres de permacultura para sembrar aguacates criollos.

En colaboración con comunidades tlahuicas, la hacienda apoya artesanas de Tepoztlán con bazares de textiles y joyería de obsidiana. Temporada de lluvias (junio-octubre) transforma los jardines en un edén frondoso, perfecto para fotografía macro de ranas arborícolas y hongos luminosos. Para familias, cacerías de tesoros históricas revelan ruinas prehispánicas en el predio, fomentando curiosidad intergeneracional.

Voces de los Huéspedes y Detalles Prácticos

Reseñas en Booking.com y TripAdvisor cantan alabanzas: “Un santuario de paz con historia palpable; el temazcal fue transformador”, comparte una yogui de Guadalajara. Parejas valoran la intimidad, aunque familias piden más opciones infantiles. El staff, mayoritariamente local, brilla por su calidez, pero algunos notan la señal Wi-Fi intermitente —un recordatorio para desconectar. Tarifas inician en 2,200 pesos por noche en habitación estándar, con paquetes de retiro desde 5,000 pesos. Contacta al 777 123 4567 o reservas@exhaciendalaconcepcion.com; accesible por auto desde CDMX en 1.5 horas, con shuttles desde el aeropuerto.

Un Renacer Eterno en Morelos

En la vorágine moderna, la Ex-Hacienda La Concepción ofrece un bálsamo donde el eco de molinos antiguos se funde con el susurro de hojas de maguey. Ya sea en un temazcal purificador, un hike por barrancas o una cena bajo jacarandas, este enclave en Ex-Hacienda el Hospital invita a reconectar con raíces profundas. Morelos, con su resiliencia prehispánica y colonial, late aquí en cada piedra y pétalo. Si anhelas un viaje que sane y enriquezca, el Valle de Cuernavaca te llama. ¿Preparado para concebir nuevos horizontes?

Ex-Hacienda La Concepción

Comments (0)

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Back To Top