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Escondida entre los cerros verdes del sur mexiquense, la Hacienda Temascaltepec es uno de esos lugares que condensan siglos de historia, riqueza natural y una arquitectura sobria que aún resuena con la memoria de su esplendor colonial. Ubicada a pocos kilómetros del Pueblo Mágico de Valle de Bravo, esta antigua hacienda minera ha sabido reinventarse como un refugio para el descanso, el ecoturismo y el encuentro con las raíces profundas del México virreinal.

Hoy, la Hacienda Temascaltepec abre sus puertas a quienes buscan desconectarse del ritmo urbano y reconectar con la historia, la tierra y el paisaje.

Una hacienda forjada por la plata

La historia de Temascaltepec está estrechamente ligada a la minería. Desde la época prehispánica, los pueblos matlatzincas ya explotaban vetas de plata y plomo en la región. Con la llegada de los españoles en el siglo XVI, esta actividad se intensificó y fue precisamente durante esa época que se fundó la Hacienda Temascaltepec como centro de extracción, fundición y procesamiento de metales.

Durante el periodo colonial, esta hacienda fue una de las más importantes del altiplano meridional, tanto por su producción como por su organización. El casco principal albergaba oficinas, almacenes, talleres y la residencia del administrador, mientras que en sus alrededores crecían campos de cultivo, establos, molinos y viviendas para los trabajadores.

A pesar de los altibajos históricos —guerras, cambios de régimen, agotamiento de vetas—, la hacienda logró mantenerse activa durante buena parte del siglo XIX. Ya en el siglo XX, el declive de la minería tradicional dio paso al abandono parcial de las instalaciones, hasta que fue recuperada por una familia local que la restauró y le dio una nueva vocación.

Una estancia entre piedra, cielo y memoria

La Hacienda Temascaltepec ha sido restaurada respetando su traza original y utilizando materiales tradicionales: adobe, piedra volcánica, teja y madera de la región. El resultado es una arquitectura de gran sobriedad, con gruesos muros que conservan el clima fresco, patios centrales, arcos de medio punto y corredores con vistas abiertas hacia las montañas.

Hoy funciona como una casa de huéspedes con encanto, donde cada habitación tiene su propio carácter: techos altos con vigas, pisos de barro cocido, muebles antiguos y textiles artesanales que evocan el pasado sin sacrificar comodidad. Hay suites familiares, habitaciones dobles e incluso un pequeño loft instalado en la antigua torre del molino.

La atmósfera es de paz total. Aquí, el canto de los pájaros sustituye al bullicio citadino, y las noches estrelladas invitan a la contemplación desde una hamaca o una banca de piedra.

Naturaleza a flor de piel

Uno de los mayores atractivos de la hacienda es su entorno natural. Rodeada por colinas cubiertas de encinos y pinos, la propiedad se extiende sobre más de 100 hectáreas, incluyendo senderos, arroyos y miradores naturales. Es un paraíso para quienes disfrutan del senderismo, la observación de aves o el ciclismo de montaña.

Durante los meses de lluvia, el campo reverdece y aparecen pequeñas cascadas, mientras que en invierno el paisaje se llena de neblina, ofreciendo una atmósfera misteriosa y encantadora. En ciertas temporadas se puede practicar recolección de hongos o visitar los cafetales cercanos.

La hacienda también alberga un pequeño invernadero, un jardín de plantas medicinales y una huerta orgánica que surte parte de la cocina. Se organizan recorridos guiados para conocer más sobre la flora local, los ciclos agrícolas y las técnicas sustentables que se han implementado en la propiedad.

Sabores del sur mexiquense

La gastronomía es otro de los puntos fuertes de la Hacienda Temascaltepec. En su comedor rústico, con vigas expuestas y mesas de madera maciza, se sirven platillos que combinan recetas tradicionales con ingredientes frescos y de temporada.

Los desayunos incluyen pan artesanal horneado en casa, tamales de quelites, chilaquiles con chile pasilla y jugo de naranja recién exprimido. Para la comida, se ofrecen especialidades como pipián verde con cerdo, tortillas azules hechas a mano, ensaladas con hierbas del huerto y moles de sabores intensos.

Durante las noches frías, los visitantes pueden disfrutar de una sopa de hongos, queso fundido con epazote o un atole de maíz morado, siempre acompañado por el calor de la chimenea.

Cultura, historia y actividades vivenciales

La hacienda también se ha convertido en un centro cultural, donde regularmente se imparten talleres de herbolaria, cocina tradicional, elaboración de conservas, fotografía de paisaje o escritura creativa. Estos talleres están pensados tanto para grupos organizados como para visitantes ocasionales.

En el antiguo salón de molienda se ha instalado una pequeña exposición sobre la historia minera de Temascaltepec, con herramientas, documentos y fotografías antiguas. Además, algunos fines de semana se organizan noches de cine al aire libre, presentaciones de música en vivo o lecturas de poesía.

Las experiencias están diseñadas para que los huéspedes no solo descansen, sino que se conecten con la historia y la vida rural de manera significativa.

Cómo llegar y cuándo visitar

La Hacienda Temascaltepec se encuentra a unos 40 minutos de Valle de Bravo y a poco más de dos horas y media de la Ciudad de México, tomando la autopista hacia Toluca y desviándose hacia Temascaltepec por la carretera federal 134. El camino ofrece paisajes hermosos, especialmente en la zona de montaña.

Puede visitarse durante todo el año, aunque la temporada de lluvias —entre junio y septiembre— ofrece un paisaje especialmente verde y fresco. El otoño, con sus hojas doradas y clima templado, es ideal para caminatas y fotografía.

Un refugio para la memoria y el alma

La Hacienda Temascaltepec no es solo un destino de hospedaje, sino una experiencia integral de inmersión en el México rural, histórico y natural. Ya sea para descansar unos días, reconectarse con la tierra o participar en actividades culturales, esta hacienda ofrece una hospitalidad sincera, escenarios de belleza serena y un puente palpable entre el pasado y el presente.

Hacienda Temascaltepec

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