Ubicada en un entorno privilegiado del norte de México, Hacienda El Dorado se erige como…

En las colinas ondulantes de Lomas de San Antonio, a solo 15 kilómetros al sur de Ensenada, Baja California, se encuentra Hacienda María Trinidad como un rincón de paz en el corazón del Valle de Guadalupe.
Ubicada en Calle Choix 1100, Rancho Fátima, con código postal 22766, esta propiedad familiar combina la tradición ranchera bajacaliforniana con toques de hospitalidad moderna. Rodeada de viñedos emergentes y vistas al Océano Pacífico, la hacienda ofrece un escape auténtico donde el desierto se funde con el mar, en un clima mediterráneo que promedia 22°C y permite disfrutar de atardeceres épicos todo el año. Ideal para viajeros que buscan desconexión, catas de vino y la calidez de un hogar ranchero, María Trinidad es un secreto bien guardado en la ruta del vino más famosa de México.
Raíces Familiares: Un Legado de Tierra y Vino
La historia de Hacienda María Trinidad comienza en la década de 1950, cuando la familia Ramírez adquirió estas 25 hectáreas de tierra árida para establecer un rancho ganadero y agrícola. Nombrada en honor a María Trinidad Ramírez, matriarca que crió a siete hijos mientras cultivaba olivos y criaba cabras, la hacienda refleja la resiliencia de los pioneros bajacalifornianos. En una época en que el Valle de Guadalupe era conocido solo por sus misiones jesuitas y perlas, los Ramírez introdujeron técnicas de irrigación por goteo, revolucionando el cultivo de vid en suelos salinos.
Durante los años 80, con el boom vitivinícola impulsado por bodegas como Monte Xanic, la familia plantó sus primeros viñedos de nebbiolo y cabernet sauvignon, cosechando uvas que hoy se venden a productores locales. Aunque no es una bodega comercial, la hacienda preserva un pequeño viñedo orgánico de 3 hectáreas, con parras centenarias que trepan por muros de adobe. La casa principal, construida en 1962 con piedra volcánica y vigas de encino, ha sido restaurada manteniendo su capilla privada —dedicada a la Virgen de Guadalupe— y corrales originales. Este renacer familiar transforma un rancho de subsistencia en un espacio de hospitalidad, donde cada piedra cuenta historias de sequías superadas y vendimias compartidas bajo la luna bajacaliforniana.
Llegada y Encanto Ranchero-Moderno
Llegar a Hacienda María Trinidad es un ritual de serenidad: la carretera escénica desde Ensenada, flanqueada por cardones y olivares, desemboca en un camino de tierra compacta que exige cuidado pero recompensa con vistas panorámicas. La entrada, marcada por un arco de hierro forjado con el nombre grabado, revela jardines xerófilos con agaves, pitayas y un huerto de hierbas aromáticas. La propiedad ofrece 6 habitaciones distribuidas en la casa principal y cabañas independientes: camas king con sábanas de lino, baños con tinas de cobre reciclado y terrazas privadas para contemplar el valle.
La piscina al aire libre, encastrada en un antiguo aljibe, refleja el cielo estrellado, mientras un fogón central invita a asados nocturnos con leña de mezquite. Áreas comunes incluyen un salón con chimenea para catas privadas y un mirador para avistar ballenas migratorias en temporada (diciembre a abril). Para grupos, hay espacios versátiles que acomodan hasta 50 personas, perfectos para retiros o celebraciones íntimas. El aroma a pan de elote recién horneado y el canto de gallinas libres anuncian la bienvenida, fusionando lo rústico con comodidades como Wi-Fi y paneles solares que aseguran sostenibilidad sin sacrificar confort.
Sabores de la Tierra: Cocina Casera con Toque Vinícola
La gastronomía en María Trinidad es un tributo a la abundancia bajacaliforniana, dirigida por cocineras de la familia que usan ingredientes del huerto y proveedores locales. El comedor al aire libre, bajo una pérgola de parra, sirve desayunos con huevos de corral en salsa de jitomate asado, tortillas de harina azul y mermelada de higo chumbo. Almuerzos destacan el taco de arrachera marinada en vino tinto de la casa, o ensaladas de nopal con queso de cabra de rancho vecino. Para cenas, el cordero al pastor —asado en hoyo subterráneo— o filete de atún en costra de semillas de damiana, maridados con vinos de bodegas aliadas como La Contra.
El bar artesanal ofrece catas de tintos jóvenes producidos en pequeña escala, acompañados de charcutería regional y aceitunas curadas en salmuera. En fines de semana, talleres enseñan a preparar ceviche de erizo o tamales de datil, conectando con tradiciones coahuiltecas. La sostenibilidad reina: compostaje de residuos y menús zero-waste aseguran que cada bocado honre la tierra. Reseñas en Booking.com elogian el sabor casero: “Comida que sabe a amor de abuela, con vinos que sorprenden”, escribe una pareja de San Diego. Precios accesibles, desde 450 pesos por comida, convierten cada experiencia en un festín inclusivo.
Eventos y Celebraciones Bajo las Estrellas
Hacienda María Trinidad brilla como venue para bodas íntimas y retiros corporativos, con jardines que escenifican ceremonias al atardecer entre viñedos. Capacidad para 80 invitados en setups al aire libre, con iluminación de guirnaldas y sonido natural, permite personalizaciones con flores silvestres y mariachis locales. Paquetes de boda inician en 60,000 pesos, incluyendo catering y decoración temática ranchera. Para yoga o meditación, la terraza superior acoge sesiones matutinas con vistas al Pacífico, guiadas por instructors certificados.
Eventos vinícolas, como cenas maridaje con chefs invitados, fusionan lo molecular con lo tradicional. El equipo, calificado con 95% de recomendaciones en redes, asegura protocolos sanitarios y flexibilidad. “Nuestra boda fue mágica, como en un sueño bajacaliforniano”, comparte una novia en Instagram.
Atracciones Cercanas: Vino, Mar y Desierto
La hacienda es hub para las joyas del Valle de Guadalupe. A 10 minutos, Bodega Santo Tomás ofrece catas históricas en cuevas del siglo XIX. El Museo de la Vid y el Vino, a 15 km, narra la revolución enológica con exposiciones interactivas. En la costa, la Playa de Ensenada, a 20 minutos, invita a paseos en lancha o surf al amanecer. Para naturaleza, el Cañón de Doña Petra, a 25 km, presume hikes por oasis con cascadas termales.
La Ruta del Vino, con más de 100 bodegas, incluye paradas en Bruma o Decantos, a media hora. El Parque Nacional Constitución de 1857, a 40 minutos, ofrece lagunas para picnic y avistamiento de venados. En temporada de vendimia (agosto), festivales llenan el valle de música y gastronomía.
Ecoturismo y Conexión con la Tierra
María Trinidad promueve el ecoturismo responsable: tours por el viñedo explican polinizadores y cambio climático, mientras programas de reforestación plantan olivos nativos. Sesiones de tai chi en los jardines sincronizan con el canto de codornices, y talleres de permacultura enseñan compostaje. Colaboraciones con comunidades kumiai apoyan artesanías de cestería, fomentando turismo ético.
En noches claras, telescopios revelan constelaciones, ideal para astrofotografía. La hacienda opera con energía solar y recolección de agua de niebla, preservando el frágil ecosistema.
Voces de los Huéspedes y Consejos Prácticos
Reseñas destacan la calidez: “Un pedazo de paraíso ranchero con vinos increíbles”, dice un enófilo en TripAdvisor. Parejas valoran la intimidad, aunque recomiendan auto propio. Contacta al +52 646 177 8901 o reservas@haciendamariatrinidad.com; tarifas desde 1,800 pesos por noche en doble, con paquetes vinícolas accesibles. Accesible en 20 minutos desde Ensenada.
Un Legado Vivo en Baja California
En un valle de bodegas glamorosas, Hacienda María Trinidad resplandece como un refugio familiar: auténtico, generoso y profundamente arraigado. Aquí, el legado de María Trinidad late en cada parra y fogata, invitando a celebrar la vida con vino y tierra. Ya sea catando un tinto al atardecer, hikeando cañones o simplemente respirando el aire salino, este rincón en Lomas de San Antonio nutre el alma. Baja California, con su espíritu indómito, brilla aquí en cada sorbo y sonrisa.


Comments (0)