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La Ex Hacienda de Malpaso, también conocida históricamente como Hacienda de Santa Rosa de Malpaso, evoca aún los ecos del siglo XVI, cuando fue fundada y perteneció a Juan Bravo de Medrano, primer Conde de Santa Rosa. A lo largo de los años hubo otros propietarios distinguidos, entre ellos Antonio María de Gordoa y, hacia principios del siglo XX, Benjamín Gómez Gordoa.

Su imponente arquitectura rústica, diseñada para la ganadería y la agricultura, permanece en grandes muros y trojes; bajo estos cascos dormitan incluso túneles subterráneos, utilizados antiguamente como refugio y para guardar tesoros, leyendas y rituales que aún avivan su mística.

El entorno natural que rodea la hacienda

Ubicada en la comunidad de Malpaso, entre Zacatecas capital y Villanueva, la hacienda se levanta en un entorno de huertas silvestres, arroyos y álamos. A sus pies corre un arroyo transparente, escoltado por árboles centenarios que delinean un escenario casi onírico.

El acceso se realiza desde la carretera federal 54, tomando el desvío hacia Malpaso; la caseta del antiguo recinto y la iglesia anexa guían a los visitantes a través de una atmósfera genuinamente vernácula. El entorno resulta ideal para caminatas tranquilas, fotografía arquitectónica o simplemente para sentarse a contemplar el paso del tiempo entre piedras centenarias.

Dirección y cómo llegar desde la capital zacatecana

Para quienes deseen visitarla, basta con partir de Zacatecas capital rumbo sur por la carretera federal 54, en dirección a Villanueva. Aproximadamente a 40 minutos de trayecto, una desviación bien señalada conduce directamente al pueblo de Malpaso. El arco de cantera rosa con almenas y cruz señala la entrada principal al casco antiguo de la hacienda. Desde ahí, un corto recorrido a pie permite descubrir la casa grande, la capilla y las antiguas instalaciones de labor agrícola y ganadera.

Tradición y festividades que dan vida al lugar

Las Fiestas Patronales de Malpaso, celebradas del 4 al 14 de mayo en honor al Señor de la Ascensión, reúnen al pueblo en un festivo remolino de danzas, cabalgatas, jaripeos y misas solemnes. Es en ese momento cuando la vieja hacienda vuelve a latir: se reavivan tradiciones, se comparten aquellas célebres tortas, y la plaza y la capilla rememoran los tiempos en que sapientes hacendados, tareas agrícolas y devotos invitaban al reencuentro comunitario. El lugar se viste de colores, música y alegría popular, conservando el espíritu colectivo de las antiguas romerías rurales.

Gastronomía local: sabor a historia

La llegada no solo depara historia: es también gusto y tradición. Las tortas de chorizo se han convertido en símbolo local, preparadas de acuerdo con fórmulas que datan de la época colonial, condimentadas con chile serrano en vinagre; uno de los manjares favoritos de viajeros y artistas, desde Luis Aguilar hasta Antonio Aguilar.

Estas tortas, a precios asequibles, se venden junto a la carretera y en pequeños locales cercanos a la plaza, contribuyendo al encanto simple pero delicioso del lugar. También pueden encontrarse otros antojitos tradicionales, como tacos dorados, gorditas y aguas frescas de tuna o limón.

Clima y mejor época para la visita

En primavera y verano, el clima es templado, con días cálidos y noches frescas que animan los recorridos por la hacienda y permiten apreciar con comodidad los arcos de cantera y los enigmas del Caracol —el antiguo fuerte con torre circular—.

La tenue brisa del arroyo refresca la zona de la presa, mientras las lluvias de junio a septiembre reviven los barrancos y propician un entorno verde en contraste con la semiaridez típica de la región. El otoño también es una excelente opción, pues el follaje dorado enmarca bellamente los antiguos muros.

Herencia cultural y educativa

El sitio conserva también su importancia educativa: desde el siglo XIX allí se estableció una escuela, pagada con maíz y frijol por los propietarios, la cual fue frecuentada por decenas de alumnos, tanto hombres como mujeres, bajo una educación moral cristiana.

Esa raíz cultural aún palpita en las ruinas de la capilla jesuita, erigida alrededor del 1600 y luego enriquecida con un altar dedicado a Santa Rosa de Lima, cuya presencia secular enlaza lo sagrado con lo cotidiano. Hoy, algunos espacios de la hacienda se utilizan para actividades culturales, grabaciones cinematográficas y turismo histórico.

Un legado vivo en el paisaje zacatecano

Una visita a la Ex Hacienda de Malpaso ofrece un cruce entre historia, arquitectura, gastronomía y paisaje. Allí se respira el paso del tiempo —preso en piedras, túneles y leyendas— y se rememoran las huellas del pasado colonial y poscolonial, sin perder la hospitalidad de su gente. No es un sitio museístico frío, sino un lugar vivo que entrelaza lo cotidiano con lo legendario, donde cada rincón cuenta una historia y cada bocado sabe a tradición. En este rincón de Zacatecas, el México antiguo aún tiene voz.

Ex Hacienda de Malpaso

 

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